Juan Patricio Balbi
La Nación - GDA
“Fue horrible, una sensación muy fea. Tenía angustia, viví el partido incómodo y con mucha tensión”. Así describió Marcelo Gallardo lo que fueron para él los 90 minutos de ida de la superfinal de la Copa Libertadores entre Boca y River en la Bombonera. Alejado de sus jugadores por la sanción de Conmebol que le prohibió ingresar al estadio, siguió el encuentro desde el Monumental. Mañana nuevamente deberá vivir el partido fuera del campo. Pero podrá ser un alma más de las 66 mil en Núñez.
La situación es casi un déjà vu para Gallardo: en la final del 2015 no pudo estar en 108 de los 180 minutos frente a Tigres, tras ser expulsado durante el primer partido. Y fue Matías Biscay quien comandó al equipo en el 3-0 frente a los mexicanos para conquistar la tercera Libertadores. Mañana, el ‘Muñeco’ volverá a perderse la final por incumplir con el reglamento en Brasil, donde ingresó al vestuario en el entretiempo del partido de vuelta de las semifinales ante Gremio y además usó un handy para hablar con sus colaboradores pese a estar suspendido.
Esta vez lo verá desde uno de los palcos del Monumental y durante el juego no podrá comunicarse con el banco de suplentes. Todo se asemeja a la noche del 5 de agosto del 2015, cuando no tuvo la oportunidad de vivir desde la línea de cal por la decisión del árbitro paraguayo Antonio Arias: lo expulsó a los 27 minutos del segundo tiempo en el 0-0 de ida debido a una protesta.
¿Y qué hizo? Según se cuenta en el libro “Gallardo Monumental” del periodista Diego Borinsky, el técnico mandó a tapiar el acceso al vestuario desde el terreno de juego con unos blíndex que afectan la visión desde afuera hacia adentro pero no al revés, lo que facilitó su presencia –bajó desde la concentración encapuchado tras la señal de un empleado de seguridad– para dar la charla técnica antes del partido. Ni las cámaras ni los veedores de la Conmebol pudieron ver qué ocurría desde la cancha.
Durante el juego se ubicó en un espacio creado especialmente para la ocasión: se armó un minipalco con una pantalla y una silla de umpire de tenis, muy cerca del vestuario. Así, el ‘Muñeco’ pudo ver el partido y se comunicó con el banco cuando algún integrante se acercaba disimuladamente hacia la zona. Mañana Gallardo no pasará desapercibido. Las cámaras lo seguirán durante toda la final.