Maurizio Sarri levantando su primer trofeo como técnico. (Foto: AFP)
Maurizio Sarri levantando su primer trofeo como técnico. (Foto: AFP)
Marco Quilca León

Dicen que nunca es tarde para perseguir tus sueños, que la pasión no tiene fecha de vencimiento. Hace 19 años, sintió ese pinchazo en el corazón. Tenía 41, trabajaba en el banco más antiguo del mundo, el Monte dei Paschi, mientras dirigía a equipos aficionados en su tiempo libre. Una tarde luego de un entrenamiento, y con un cigarro en la mano, Maurizio tuvo esos escasos segundos que tenemos todos en un momento de la vida en la que nos preguntamos: ¿Esto es lo que quiero para mí? Ese pequeño instante fue determinante para su futuro, pues dejó el banco y empezó a dedicarse al fútbol a tiempo completo.

La Gazzetta dello Sport le dedicó una página a Maurizio Sarri y sus antecedente bancarios en el 2015. "Un tipo muy elegante y genial, un hombre oscuro al que le gustaban las mujeres", señalaba el diario italiano.
La Gazzetta dello Sport le dedicó una página a Maurizio Sarri y sus antecedente bancarios en el 2015. "Un tipo muy elegante y genial, un hombre oscuro al que le gustaban las mujeres", señalaba el diario italiano.

Nacido el 10 de enero de 1959 en la ciudad en la que el celeste es el color de la pasión gracias al Napoli, Maurizio, a diferencia de su padre Amerigo, que era un ciclista, no sintió amor por la bicicleta. Ese sentimiento le brotó gracias al juguete más popular de Italia: el balón. Jugó al balompié de manera amateur. Siempre fue un defensor central rústico, destacado por su rudeza para marcar y la poca técnica con la pelota en los pies.

A inicios del 2000, Sarri empezó su travesía en la profesión que no estudió pero eligió: director técnico. Tomó las riendas de AC Sansovino de la Serie Eccellenza (sexta división italiana) con una promesa un poco descabellada, pero propia de alguien que cree a ciegas en lo que hace: “Dejo de entrenar de por vida si no consigo ganar la liga”. El técnico no solo la ganó, sino que logró el ascenso hasta la cuarta división con el club. En el humilde equipo fue conocido como ‘Mister 33’, por haber estudiado y preparado a su equipo con 33 jugadas distintas para implementar acciones a balón parado.

Obsesivo del fútbol como pocos (en alguna oportunidad dijo que trabajaba como técnico doce horas diarias), el entrenador cimienta sus estrategas basado en una defensa sólida y un estudio meticuloso del rival. Esa filosofía la llevó también al Pescara, Hellas Verona, Perugia y algunos otros equipos de todas las divisiones menores de Italia antes de llegar al Empoli, club con el que llegó a la Serie A luego de dos temporadas. Cuando llegó a la primera división del fútbol italiano, Maurizio era el técnico peor pagado. En una conferencia de prensa un periodista le preguntó si estaba enojado por eso. Él contestó: “¿Enfadado? No bromee. Me pagan por algo que haría gratis después de trabajar. Soy un afortunado”.

-Llegada al club de sus amores-

Su método de trabajo y la filosofía de juego mostrados por sus clubes (ofensivo, vertical y altamente ofensivo) lo llevaron en el 2015 a cumplir otro de sus sueños de niño: dirigir al Napoli, club del cual es hincha. A pesar de sus arrugas, muchos desconfiaban de su inexperiencia en la Serie A. Y muchos hicieron saber sus dudas. La voz de los napolitanos, erróneamente, fue Diego Armando Maradona. El ídolo máximo del club del sur de Italia lo menospreció a su llegada. “¿Quién? Necesitábamos un entrenador que entendiera el tamaño y prestigio de este club”, dijo. Sarri, con gran sabiduría, respondió: “Maradona es mi ídolo. Que hable de mí ya es un honor. Espero poder hacerlo cambiar de idea”. Y lo consiguió.

Implementó ese 4-3-3 que ilusionó a los ‘tifosis’ napolitanos. Peleó el Scudetto palmo a palmo con la poderosa Juventus y, aunque no ganó ningún trofeo, el fútbol europeo reconoció el fútbol mostrado por el cuadro celeste. Años después, el mismísimo Diego tuvo que pedirle disculpas públicas por sus palabras.

-Un mundo ‘blue’-

A cargo del Napoli estuvo durante tres años. Tras esa etapa exitosa, al míster se le abrió la puerta de Europa. El Chelsea, a inicios de esta temporada, lo contrató para hacer olvidar a su compatriota Antonio Conte, campeón de la Premier League y la FA Cup.

En su travesía por tierras inglesas, Sarri se llevó a Jorginho y más tarde a Gonzalo Higuaín. Los dos fueron sus pilares en su Napoli y los eligió para formar el nuevo Chelsea. Incluso, el brasileño estuvo tentado por el Real Madrid y el Manchester City, pero decidió irse al elenco ‘Blue’ por el técnico. “Es un maestro”, lo elogió alguna vez.

Maurizio en su primer año en Stamford Bridge hizo que, a pesar de las críticas, los hinchas londinenses disfruten su manera de entender el juego. No logró ganar la Premier League (quedó tercero a 26 puntos del campeón Manchester City), pero sí la Europa League en una final aplastante ante el Arsenal en la que venció por 4-1.

Sarri es un personaje de novela: Arisco, poco mediático, ajeno a todas las redes sociales, fumador empedernido y amante de la filosofía. Dejó su trabajo y vida estable por aventurarse a una profesión que muchas veces es injusta como el fútbol. Lo hizo cuando tenía 41 años y dos décadas después logró su primer trofeo. La Europa League, sin duda, es el premio a la espera, constancia y determinación por seguir los sueños sin importar nada. Aunque pueda parecer un viejito cascarrabias -hace poco se hizo viral su enfado con el arquero Kepa por no querer ser reemplazado y también previo a la final tirando y pateando una gorra por el acceso de la prensa al estadio cuando entrenaba su equipo-, Maurizio es más feliz que nadie.

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