Para las mediciones en el índice Castrol FIFA o el ojo clínico del Grupo de Estudios que analizó Brasil 2014, Javier Mascherano es un jugador promedio, cumplidor, pero no un top. Para el planeta con verdadera sensibilidad futbolística, el argentino no baja de los 5 mejores jugadores del mundial.
Entonces, después de ver todo su derroche e inacabable combustible, el terrícola común imagina a Mascherano como un hombre crudo, cara de perro 24 x 7; un caudillo que atemoriza con solo tenerlo cerca. Nada que ver.
Como le puede ocurrir a muchos héroes parecidos, Mascherano es un tipo "sencillo". Lo define así su esposa, María Fernanda Morello, en una entrevista publicada por el diario argentino La Capital. "Javier hasta los días que no tiene práctica, entrena. Se cuida con las comidas: odia engordar por miedo a no rendir. Puede comer lechuga varios días para no salirse de la raya. Es muy metódico y cuando llega a casa de un partido le gusta volver a verlo en la tele".
"No es un prócer, solo vive fútbol", sintetiza la esposa del gran jugador que no deja de sorprenderse por todos los halagos que recibe Javier después de lo demostrado en Brasil 2014. Por tanto trabajo, pasaron unos días en las paradisiacas playas de Cancún y fueron fotografiados por la Revista Caras.
Mascherano asegura que “soy más un trabajador que una estrella”. Eso quedó claro el día en que publicó un tuit (@mascherano) que decía: "Si prometí correr 4 km, corro 8. Si prometí entrenar a la mañana, hago doble turno". Un crack total.