Por Víctor Garay Luna
@Victor_galu
Juan Manuel Vargas corre como un niño para celebrar el primer gol en la victoria de Universitario de Deportes por 2-1 sobre Unión Comercio. El ‘Loco’, antes de festejar con sus compañeros, se dirige al banco de suplentes y llama eufórico a Pablo Martín, preparador físico del conjunto crema. Si el ‘Loco’ volvió a jugar es por el trabajo exhaustivo que tuvieron ambos. Por eso lo abraza tan fuerte, es su día de acción de gracias.
Desde el primer día que llegó a la ‘U’, Pedro Troglio siempre pregonó la misma idea. Esa que viene arrastrando en todos los equipos que ha dirigido hasta el momento: el jugador debe estar al 100% y no a ritmo de procesión, porque no encajaría en el esquema que plantea el argentino. Entonces comenzaron a trabajar en ese aspecto con todos, pero con Juan Vargas se planificó todo de manera más rigurosa.
Le dijeron al ex Real Betis que era momento de una pausa justa y necesaria. Tenía que tomar un impulso fuera de las canchas para regresar con fuerza. Pudo ser un golpe directo al orgullo del jugador, quien llegó como líder pero que de a pocos se iba hundiendo en un mar de críticas por su mal estado físico. Felizmente no fue así. Vargas entendió el mensaje y en estos 77 días que estuvo alejado del campo de juego se dedicó a cuidarse como un profesional de verdad.
“¿Qué caminos puede seguir un futbolista en problemas como Juan Manuel Vargas con tanto tiempo libre? ¿Puede elegir? Puede, claro que puede: es la jubilación o el regreso. Es la salud o la obesidad. Es el meme o la foto del póster”, se preguntó el periodista Miguel Villegas en una columna escrita para El Comercio.
No vamos a decir que vimos al mejor Juan Manuel Vargas en el IPD de Nueva Cajamarca. Ni mucho menos vamos a pedir que vuelva a la selección porque todavía está lejos de ser el lateral que triunfó en el Viejo Continente. Quizá ya no veamos esas proyecciones por la banda izquierda. Pero a sus 33 años ha decido ir por el camino más correcto. Por su bien, por el de su familia y por la ‘U’.