“La Liga 1 es una Matrix vulnerable al virus de la irregularidad”: razones de por qué vemos una final de película | ANÁLISIS

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La llave para la definición del campeonato la tenía la UCV de Mosquera, que había encarrilado dos triunfos contundentes desde la llegada de ‘Morfeo’ a Trujillo (5-0 al Grau y 3-0 al Muni). Pero la Liga 1 es una Matrix vulnerable al virus de la irregularidad y un frentazo de Corozo fulminó el “jardín anímico” de quien se creía el elegido.

Aunque los números han invadido el deporte hasta el hastío (según Sofascore, Quispe fue el peor del último Universitario 3 Boys 0), esto es fútbol y las tendencias no siempre son determinantes. El equipo de Nunes es el más compacto del torneo, nunca deja de mirar el arco contrario y tiene jugadores clave en cada línea: un arquero solvente (Solís), el mejor defensor del campeonato (Ignacio), un veterano de lujo (Yotún) y la principal esperanza deportiva del país (Grimaldo). Esto no lo libra de debilidades (como los pozos en que cae Távara) y los vaivenes de Brenner, quien de vez en cuando aparenta ser la imagen resurrecta de Marcelo Bujica o Ronaile Calheira. Parafraseando a nuestras abuelitas, a este Cristal siempre le faltan diez céntimos para llegar al sol. Pero en nuestra poderosísima Liga 1 le alcanza, incluso para tentar el primer puesto del Acumulado.

Ante Boys, la U recuperó la memoria con el insólito apoyo de Gamboa. Dejar libre a Ureña fue un crimen de lesa humanidad, agravado por las ventajas de tuvo Quispe para moverse en campo contrario. Cuando tiene espacios, la crema sonríe porque no cae en el pase frontal que sale de los botines poco agraciados de Di Benedetto o Riveros. Puede rotar la pelota y enhebrar jugadas de peligro por los costados o el medio. El gran problema de Fossati es lo predecible de su libreto. Suele replantear hombre o por hombre y sobre los 15′ del segundo le mete freezer al partido mandando a Calcaterra. Fuera de Lima es una lagrima que hiere y, a veces, indigna. Tras el descanso de esta fecha, el jueves enfrentará a Vallejo de visita. Y en la última viaja a la capital imperial para enfrentar a Cusco. Con lo apretada que está la tabla, los empates no cuentan. Jugar con esa presión -y el grito del hincha que le reclama casi 10 años sin campeonar- lo aturde frente a la valla contraria. Ante Boys pateó 28 veces al arco. En el top de los ‘no gol’ (con perdón de Varsky), las pifias las acaparan Valera y Pérez Guedes.

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Juega feo, pero gana

Si algo emparenta al Alianza de Larriera con aquel que años atrás dirigiera Bengoechea no es su nacionalidad, sino que el público, aún en las victorias, abandona el estadio rechinando los dientes. El fútbol que despliegan los blanquiazules lleva años sin satisfacer el paladar de su gente. Y no es solo nostalgia por huachitas y otros chiches.

A pesar de que la planificación de este año lindó con el papelón (según Alejandro Mesarina, exmédico del club, no hubo exámenes exhaustivos a inicios de la temporada), su vasto plantel resulta suficiente para hacer diferencias. El hincha se va de Matute gritando incendios a Cueva, extrañando a Andrade, preguntándose cuándo volverá Benavente, pero el equipo no pierde en casa desde el 4 de setiembre del año pasado. Y de visita, allí donde la U se diluye y Cristal arranca empates, se lleva un punto o más. Tiene un fixture complicado ya que le faltan dos salidas a la altura (Juliaca y Cusco) y debe recibir a Melgar. Es difícil que pierda un lugar en la final.

Melgar es el tapadito silencioso. Lavandeira cayó como anillo al dedo en el equipo de Soso. ¿Qué ralentiza sus opciones? Haber perdido puntos tontos en casa y que le falta descansar. Encima, tendrá que cerrar con Binacional en Juliaca, candidatazo para acompañar a Muni y Cantalao a la Liga 2.

Todo apunta a un final Hitchcockniano. Habrá partidos de vértigo o que provocarán Psicosis. Pero al final a uno de ellos lo invadirá el Frenesí.