Es el 21 de diciembre del 2016 y la Navidad se nota en todas las calles de Surco. En la casa de Roberto Mosquera el televisor transmite, vía Fox Sports, el sorteo de la Libertadores 2017. La oferta del Jorge Wilstermann de Bolivia espera ser respondida en el celular. Se van conociendo los rivales del equipo de Cochabamba. Palmeiras, campeón de Brasil; Peñarol, campeón de Uruguay, y un tercer equipo que saldrá de las primeras fases del torneo. Roberto no duda. Levanta el móvil y llama a su representante. “Acepto”, dice. Su internacionalización como director técnico comenzó como un reto mayor y seis meses después se ha convertido en un logro grandioso: Wilstermann acaba de ganarle (1-0) al Atlético Mineiro y tiene medio pie en los cuartos de final de la Libertadores.
¿Qué sensación le deja los cuestionamientos al trabajo de los técnicos?
Hay una falta de respeto permanente a la labor del técnico que no merece opinión. En Colombia, por ejemplo, el que se va a dedicar a cubrir fútbol hace el curso de entrenador completo. Y así puede ponerse en los zapatos de una persona que tiene la responsabilidad de un sistema, de un estilo de juego, que tiene que saber cuándo se hace un cambio. Acá un medio llamó al presidente de Wilstermann a preguntar cuándo despedían a Mosquera. Se alegran cuando te va mal.
Bolivia tiene dos equipos jugando octavos de final de la Copa y Venezuela Sub 20 fue subcampeón mundial. ¿En qué momento se fregó el fútbol peruano?
Cuando comenzamos a pensar en fórmulas extranjeras. Nos han querido cambiar el chip de que la cadencia del juego no existe y nosotros hemos empatado 0-0 con Holanda en un Mundial (Argentina 78) con un toque fenomenal.
Dentro de una década, ¿cómo va a recordar la oferta del Wilstermann?
Mi proyección siempre ha sido una década. Yo hace diez años me dije: tengo ser el mejor entrenador del Perú. Y estamos hablando del 2007, año en que descendí con Municipal. En ese momento pensé en dos expectativas para los siguientes 10 años: la selección o ir a pelear mi puesto en la selección dando fe de mi capacidad en el extranjero. Lo que no pensé fue en Bolivia.
Desde Bolivia le dijo a El Comercio que se quedó con una deuda deportiva en Alianza. ¿Cuál fue?
De un campeonato. Me llevaron para eso y solo clasifiqué a la Sudamericana. El tema en Alianza no es deportivo y cuando los dirigentes lo corrijan se mejorará.
¿Su campaña en la Copa Libertadores le abrió las puertas a Julio César Uribe en el San José?
No quiero quedarme con ese derecho. Pudo ser una coincidencia y, si es así, ojalá comiencen a pensar en más técnicos peruanos. En Bolivia le he dado vuelo internacional a mi carrera.
¿En Wilstermann se planteó la Copa Libertadores 2017 por encima del torneo local?
No, nunca. Eso se da en el camino. Me dijeron que tenían dos equipos y eso no pasaba. Creo que sobrevaloraron al equipo, porque en competencia eso no fue así. Estaba mal armado. Dos días antes de jugar contra Peñarol en la Copa puse al equipo B y perdimos. Goleamos a Peñarol después. A los días nuevamente tuvimos que jugar con el equipo B y volvió a perder. Entonces sí había una distancia entre el primer equipo y el equipo B. La Copa Libertadores se convirtió en prioridad en el camino.
¿La goleada 6-2 a Peñarol es la mejor expresión del Wilstermann que usted quiere mostrar?
Ese partido comenzó en el sorteo. Conocí a los rivales, que se abrazaron felicitándose en el sorteo, y acepté ir a Bolivia. Minimizaron a Wilstermann, como lo hacen con los equipos peruanos. Después de ganarle a Peñarol lloré por lo que hicieron mis jugadores en la cancha. Se entendió todo.
¿Cómo fue la preparación para el partido de ida de los octavos de final frente a Atlético Mineiro?
Entrenamos con ropa de Mineiro para mentalizarnos. Les enseñé una foto de dónde entrenaban ellos y dónde estábamos entrenando nosotros. El compromiso para ganar fue total y lo conseguimos. Si había que correr 12 kilómetros, entonces corríamos 14.
¿Cuál es el análisis de sus primeros 6 meses en Bolivia?
Estoy donde tengo que estar. No pensé que habría tanta distancia en el torneo local. Se fue priorizando la Copa Libertadores de forma natural.
Usted viene de ganar en la ida. ¿Será contraproducente una vuelta en la que quizás no estén sus titulares?
No, porque yo voy a madurar a los extranjeros que están. Demoran 21 días en aclimatarse y después adaptarse.
¿Aún piensa en dirigir la selección de Perú?
No, está descartada la selección. Por el tipo de entrenador que soy está descartada. Primero, digo las cosas claras y a nadie le gusta. Yo puedo ser campeón de la Copa Libertadores y no voy a ser técnico de la selección. Estoy en otro momento de mi carrera. Uno de mis sueños era que mi estilo de juego sea visto en una Copa Libertadores. Lo conseguí en Cristal, donde nos faltó un punto para pasar a octavos, y ahora en Wilstermann.
¿El Perú de Gareca será superior a Bolivia en el partido de Eliminatorias en agosto?
Conozco a Gareca, a mi selección y totalmente a la selección de Bolivia. Ricardo no necesita consejos, él también conoce muy bien a Bolivia. Ha sabido cortar con mucha sutileza con una generación pasada. Hizo el recambio generacional por falta de compromiso.