Mafe Lovatón Espinel

La adrenalina corría por sus venas desde que era pequeño. Zack Zevallos recuerda hoy con alegría esos tiempos en los que montar bicicleta era su actividad favorita. Siempre le llamó la atención la velocidad, sentir ese vacío en el estómago y los nervios en su piel. Con el paso del tiempo tuvo su primera moto y al subirse en ella supo que no había vuelta atrás.

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A los 15 años con una moto modificada por él mismo compitió en su primera competencia de motocross. No lo sabía entonces: había elegido su camino. Sus padres se opusieron desde el primer momento. Les asustaba que su hijo se hiciera daño en cada uno de esos saltos. Pese a ello, Zack, oxapampino de nacimiento, continuó.

Zack Zevallos en la exhibición de freestyle motocross en Agua Dulce.
Zack Zevallos en la exhibición de freestyle motocross en Agua Dulce.
/ JOEL ALONZO

Tras muchos años en el mundo del motocross, con caídas y fracturas de por medio, Zack llegó al freestyle motocross. Una modalidad de estilo libre donde los motociclistas realizan acrobacias en el aire. Zack Zevallos es un pionero en el Perú, en ese sentido. Ha realizado diversos shows para darse a conocer, pero sobre todo que la gente admire este deporte de riesgo.

Al ser una modalidad relativamente nueva y sin muchos pilotos en Latinoamérica llamó la atención de deportistas de otros países. En plena pandemia y con toda la actividad de motocross detenida, el piloto mexicano Cristian Becerra, invitó a Zack a pasar una temporada en su país para realizar shows y eventos. Grata experiencia que le abrió los ojos.

El Cartel Zetatres brindó una exhibición de freestyle motocross  a beneficio del friaje en Ayacucho.
El Cartel Zetatres brindó una exhibición de freestyle motocross a beneficio del friaje en Ayacucho.
/ JOEL ALONZO

De esta manera y tras tres meses de gira, el peruano entrenó con el conocido equipo mexicano ‘Freestyle Masters’, quienes tienen las mejores rampas y motos. Condiciones para cumplir su sueño: hacer el truco del backflip, una pirueta en la que la moto debe dar una vuelta completa.

De vuelta en el Perú, en su fundo en Oxapampa, armó una pista, preparó una rampa y alistó su moto. En honor a la tierra que lo vio nacer, estaba deseoso de intentarlo 30 de agosto del año pasado, en el aniversario de la ciudad, pero aquel día llovió desde la madrugada, el cielo anduvo oscuro y repleto de nubes, así que tuvo que postergarlo hasta el día siguiente.

“El 31 fue un día mágico para mí”, nos cuenta, pasmado. El primer intentó no fue como lo hubiera esperado, luego de un mal movimiento soltó la moto en el aire y ésta le cayó encima de la pierna. Pero el dolor no lo detuvo. Se armó de valor y volvió a subir, probó la rampa dos veces más y en el cuarto intento aceleró y consumó el truco de su vida.

Zevallos es plenamente consciente de que se trata de un deporte de altísimo riesgo.
Zevallos es plenamente consciente de que se trata de un deporte de altísimo riesgo.
/ JOEL ALONZO

Zack Zevallos se convirtió en el primer peruano en lograr el backflip y el séptimo en Latinoamérica. A casi un año de aquel momento, Zevallos recuerda con emoción ese 31 de agosto donde todo el esfuerzo valió la pena. “Le pedí perdón a mis papás por todo lo que había hecho estos años”, comenta emocionado y arrepentido a la vez.

Con su moto por los aires, Zack Zevallos realiza salto en la rampa para la multitud presente.
Con su moto por los aires, Zack Zevallos realiza salto en la rampa para la multitud presente.
/ JOEL ALONZO

Zack es parte del ‘Cartel Zetatres’, un equipo de motocross reconocido en el país. Su objetivo: pulir nuevos talentos y por qué no alcanzar los ‘X Games’. Hace unas semanas, Zack y su team se embarcaron en su primera gira nacional en la que visitarán diez ciudades del Perú. Esta gira inició en la última semana de junio, con un show benéfico en la playa Agua Dulce donde recaudaron 1,5 toneladas de ropa y abrigo para el departamento de Ayacucho. Competir y ayudar es el mantra.

Todas las veces que Zack Zevallos sube a una moto sabe que su vida corre peligro, pero es el precio por amar un deporte como el motocross. “Siempre se siente el miedo. No voy a negar que hay momentos donde he pensado en tirar la toalla”, afirma a sus 29 años. Pero la recompensa de suspenderse en el aire y ver el mundo arder desde allá arriba no se la quita nadie.