No busquen más: Christian Cueva engloba la rica historia del fútbol peruano. En ese metro 69 de altura está lo nuestro, lo que tanto amamos. Los zapateos al son del huayno en las reuniones familiares, las cumbias en el camerino junto a Gianluca Lapadula y André Carrillo, la rebeldía para pararnos más fuertes cuando nos caemos y la criollada puesta al servicio de un país que hoy, por un momento, está unido. En esa diestra bendita está la belleza de nuestro balompié que tanto admiran afuera. Pase de tres dedos -como el que le dio a Jefferson Farfán en el triunfo ante Nueva Zelanda que nos devolvió a un Mundial después de 36 años- para el gol de Lapadula, su compinche. Una caricia al balón que encaminó la victoria (2-0) ante Paraguay que nos dio un cupo al repechaje mundialista.