La sonrisa de resignación no era parte del repertorio de Rafael Nadal, pero ha hecho su aparición en distintos puntos de esta temporada. Acostumbrado a meter miedo en el polvo de ladrillo, sus rivales ahora perciben vulnerabilidad al otro lado de la red. Solo Tomas Berdych, en semifinales de Madrid, se ha topado con el regente supremo
de Roland Garros. Los demás encontraron un blanco móvil, una oportunidad para herirlo más allá del marcador, y la mueca de quien reconoce lo que está ocurriendo.
“No estoy ganando tanto como antes, y no sé si mañana seré tan bueno como era”, divagó Nadal después de Madrid, desorientado como todos, buscando siquiera una respuesta. La bestia no despertó en Roma (perdió en cuartos de final con Wawrinka) y ahora llega a su torneo favorito sin haber ganado ninguno de los torneos grandes de arcilla. La presa está servida.
PUNTO DÉBIL
Sin achaques físicos visibles, el ganador de nueve títulos en el polvo de ladrillo de París carga un problema que puede ser mental, pero se expresa en su memoria muscular: la confianza. “Esa fuerza que había tenido para saberse sobreponer a las dificultades nos está costando un poco más”, dijo su tío Toni Nadal –su entrenador- antes de Montecarlo. Pero no es solo la adversidad generada por el contrario, sino la baja calidad
de sus golpes, la que hunde a Nadal en su propio agujero.
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— Rafa Nadal (@RafaelNadal) Mayo 22, 2015
Sin profundidad en el revés, los rivales han forzado a Nadal a devolver derechas cortas y fáciles de atacar. Frente a Andy Murray, en la final de Madrid, su juego se desarmó al punto de ganar solo el 19% de puntos jugados con el segundo servicio de tenista escocés (su golpe más débil). La derecha del español todavía tiene la potencia para empujar al oponente fuera del campo, pero también puede acabar en una bola corta o un error no forzado.
Durante la última semana, Nadal ha recibido la reverencia y el apoyo de Roger Federer, Novak Djokovic y María Sharapova. “Nueve títulos merecen el respeto”, ha sido el mensaje en común. Ganar nueve de diez veces el mismo torneo de siete partidos al
mejor de cinco sets convierte a Roland Garros en el último reducto de confianza del campeón. Pero, sin la consistencia en el partido a partido, ¿puede ganarlo todo en dos semanas? El sorteo tampoco quiso ayudarlo.
EL TRONO DE ARCILLA
Su ránking #7 lo dejó expuesto a toparse con un miembro del top 4 antes de semifinales, y se las verá con el primero. En su mejor arranque de temporada desde el 2011 –lleva 22 partidos invicto– Djokovic alista una nueva ofensiva que lo lleve al único título de Grand Slam que le falta. Y si tenía que encontrarse con Nadal en algún
momento, cuartos de final es la mejor instancia posible. Corto de tiempo, el campeón podría seguir buscando su mejor versión y la viada necesaria para entonces.
¿Puede crecer Nadal hasta un nivel sostenible para los últimos días del torneo? Claro que puede. Pero los tiburones nunca olieron tanta sangre.
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— DT El Comercio (@DTElComercio) Mayo 25, 2015
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