De primera impresión podría parecer relativamente paradójico pensar en adquirir una empresa en medio de una circunstancia como la que estamos viviendo (restricción de Capex, cuidado de liquidez, estrategia conservadora, endurecimiento de condiciones financieras a partir de la incertidumbre, entre otros factores).
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No obstante, en determinadas circunstancias, paradójico sería no aprovechar la oportunidad que esta crisis global representa para llevar a cabo adquisiciones estratégicas u oportunistas que en otra coyuntura habrían sido más difíciles o costosas llevar a cabo.
A continuación listo algunos escenarios cuyos análisis pueden ser de utilidad al momento de evaluar potenciales adquisiciones.
EL EXCESO DE OFERTA GENERA UN AJUSTE DE PRECIO
Sin duda, la crisis está exigiendo a un gran número de empresas o a sus accionistas controladores evaluar alternativas de venta de activos, líneas de negocio o incluso la propia empresa, antes de terminar en medio de una ejecución o un embargo de flujos o activos, o en medio de una quiebra o un proceso de protección concursal, con la destrucción de valor, a veces total, que ello conlleva.
Esto pone sobre la mesa más activos o empresas que inversionistas interesados en ellas (por distintas razones de estrechez de liquidez o financiamiento, aversión al riesgo, etcétera), con el beneficio de valoración que ello conlleva para un adquirente.
Está probado que estas circunstancias son cíclicas, se presentan cada 10 o 15 años y con la magnitud de esta quizás cada 50. Así, pueden generarse interesantes posibilidades de adquisición parcial o total de activos o negocios que, pasada la crisis (o visualizándose con más precisión que ello ocurrirá), recuperarán su valor al haberse equilibrado mejor la oferta y la demanda por ellos.
SI HAY ACTIVOS, EL RIESGO DISMINUYE
Obviamente, es distinto adquirir una empresa distribuidora con almacenes arrendados que una que tenga dichos almacenes en propiedad, o un negocio de hoteles con la misma lógica. Esto en la medida que la negociación ‘en paquete’ pueda permitir ajustar el valor integral de la adquisición, permitiéndole al adquirente contar con el activo inmobiliario como una suerte de ‘garantía’ subyacente, que pueda cubrirle parte de los riesgos del negocio.
Desde la perspectiva del adquirente, si todo sale bien, logrará redituar su inversión tanto por el lado del negocio como por el lado del activo subyacente.
LA RESILIENCIA ES SEÑAL DE SOSTENIBILIDAD
La dimensión de la crisis que estamos enfrentando es sin duda de gran impacto. No obstante, hemos visto cómo determinados negocios están logrado sortearla con mucha resiliencia. Dado que el mundo no volverá a ser el mismo (ya que, al margen de la vacuna o el tratamiento efectivo, a partir de ahora todas las matrices de riesgo pasarán a incorporar la potencialidad de una pandemia), hay negocios que pasarán a tener un ‘premio’ de valoración respecto de otros (por ejemplo, determinados minerales, negocios vinculados a la salud o a la canasta básica, etcétera). Tener la chance de adquirir alguno de estos en adecuadas condiciones puede ser una excelente apuesta a futuro.
NO HAY MAL QUE DURE 100 AÑOS
Según el tiempo que tome la recuperación de la crisis, hay quienes dicen que la curva se asemejará a una V o U o L para recuperar los niveles prepandemia. Sin embargo, aun considerando a los más escépticos, nadie duda que ello pueda ocurrir (según cada país) tan pronto como en el 2021, como tan tarde como a finales del 2022.
La seguridad de una recuperación tan rápida en cualquiera de los escenarios se sustenta en el hecho que el origen de la crisis no fue un tema estructural, tipo las hipotecas subprime, sino la aparición del virus, que determinó una parada abrupta de todo el aparato productivo del mundo.
Siendo así, es altamente probable que empresas por las que mayoritariamente se pensaría que no convendría apostar, puedan en un par de años recuperar mucho de su valor, apalancadas, por ejemplo, en una red, el valor de una marca o el talento de su gente, ¿o es que acaso, por ejemplo, la gente dejará de vacacionar? Por el contrario, les aseguro que habrá muchísima gente deseando hacerlo desesperadamente una vez que “aparezca la vacuna” y se restablezca realmente el tráfico de personas. Entonces, ¿qué tal adquirir ahora un negocio vinculado al turismo?
(*) Mauricio Olaya es socio principal de Estudio Muñiz.
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