JULIO ESCALANTE R. / @cinefilomnivoro
Contra la opinión de sus hijos Roque y Raúl, quienes se preocupaban por su salud, Alberto Benavides de la Quintana decidió ingresar caminando a una mina en Ica hace cinco años. Esta es una imagen que recuerda su amigo Ricardo Briceño. A pesar de su avanzada edad, Benavides, quien ayer falleció a los 93 años, siempre mantuvo el entusiasmo de estar dentro de una mina, el mismo entusiasmo del muchacho que fue a trabajar a Puno, a cinco mil metros de altura, solo para convencer a su padre de que confiara en su vocación. Desde que en el colegio comenzó a conocer la geografía peruana, primero en la imaginación y luego en viajes, siempre le interesó la geología.
Briceño dice que Alberto Benavides siempre miraba hacia adelante, veía el futuro como si aún tuviera 40 años. Pudiendo vivir de su gloria y de su prestigio, él se mantuvo en las últimas décadas evaluando y confiando en los proyectos aunque tomasen mucho tiempo, como cuando decidió a los 32 años hacerse cargo de la mina Julcani de oro y zinc, en Huancavelica, y fundar la Sociedad de Minas Buenaventura.
PROYECTO DE VIDA
Alberto Benavides de la Quintana, quien tuvo cinco hijos, nació en 1920 en la Calle de la Minería en el Centro de Lima. Estudió Ingeniería de Minas en la Escuela de Ingenieros (hoy la UNI) y después fue becado por la Universidad de Harvard (EE.UU.) para seguir Geología. Al volver al país, trabajó en Cerro de Pasco Corporation como asistente. Ascendió, pero luego salió a recorrer el Perú por su cuenta. Briceño destaca que su trayectoria debería ser conocida por los jóvenes porque fue un hombre que se hizo solo en base a su inteligencia y su trabajo.
El presidente de la Confiep, Alfonso García Miró, dice que se debe reconocer que Benavides fue quien con sus exploraciones dio un nuevo valor al gran potencial que tenía el Perú en la minería mundial. “Fue gravitante para que el Perú recuperara su protagonismo histórico en la minería, al mismo tiempo que llegó la extracción moderna y atrajo inversionistas”.
En 1982, Buenaventura empezó su exploración en Yanacocha, y en 1992 Benavides logró que Newmont Mining invirtiera sus primeros US$45 millones. Esa fue la primera gran inversión en el Perú después de muchos años. García Miró dice: “Don Alberto era un convencido de que el Perú estaba primero que nada, y eso es algo que debería quedar en los empresarios y en las generaciones más jóvenes”.