Gracias a la globalización y a la tecnología, los hechos que ocurren en todos los rincones del mundo son prácticamente transmitidos en vivo.
“Pero vivimos en el Perú, con nuestros problemas internos ¿Esto qué tiene que ver conmigo?”. La guerra en Ucrania y el más reciente conflicto en el Medio Oriente demuestran que los mercados son conductores del riesgo global, y todo lo que ocurre se refleja en nuestra riqueza (medida como el ahorro total, sumando todo).
Ante esto, uno se pregunta ¿cómo esto afecta mi bolsillo? Por simplicidad, olvidemos lo que tenemos en el mercado de capitales, el fondo de pensiones, algún seguro o ahorro y veamos las cosas tangibles, como el fierro y el cemento. ¿Cuánto vale mi casa? Hay dos formas de verlo, la primera es a través de un alquiler multiplicado por doce, menos los gastos anuales, dividido entre el valor del mercado de la casa. Esa cifra es el “yield” que le sacas a la casa y es comparable con otros medios de ahorro. Otra forma de verlo es tomar transacciones u ofertas disponibles en el mercado de bienes raíces y ver qué interés te da el alquiler. Se puede jugar con estos tres números de manera que se obtenga lo que sirva para comparar.
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El valor de una casa es lo que alguien está dispuesto a pagar anualmente por vivir ahí o para comprarlo a valor presente. Por esa razón, dos departamentos exactamente iguales, pero ubicados en distritos distintos, pueden tener diferente valor. Si los conflictos en el Medio Oriente y/o Ucrania escalasen aún más, veríamos alzas en el precio de los ‘soft commodities’ (alimentos) y en el petróleo (energía). Esto se traduciría potencialmente en mayor inflación, en caso el alza sea sostenida, y ello en mayores tasas de interés. ¿Y eso qué tiene que ver con la casa? Bueno, si la tasa de los hipotecarios sube mucho, la demanda por viviendas bajaría. Lo que reduce el precio.
A esta situación sumémosle que los bonos empiezan a ofrecer tasas más interesantes, ¿se acuerdan del retorno deseado de la propiedad? ¿Qué es más atractivo, un bono grado de inversión a 20 años, bastante más líquido que una propiedad y que rinde similar o más que esta, o la propiedad? Aún más fácil, ¿qué atrae más, un depósito a plazo de doce meses en una entidad financiera o comprar la propiedad? El excedente, tu ahorro, irá a la alternativa más rentable para el riesgo que quieres asumir y, en este ejemplo, no sería la propiedad para la que se ha hecho el cálculo del retorno deseado. A este número mágico los financieros le llamamos ‘cap rate’. Esta es la comparación que se debe hacer siempre al momento de adquirir un inmueble. Este excedente lo meto a una tasa de interés de X% o en una propiedad que me rinde Y% de retorno. Seguramente se puede pensar que no estamos tomando en cuenta la apreciación de la propiedad. Pero, sí se toma en cuenta, si sube la propiedad baja el ‘cap rate’ y si bajan las tasas sube el precio de los bonos, por lo que sí es comparable.
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Las consecuencias de cambios en el ritmo de crecimiento de un país y en la inflación de este son lo que llevan a los gobiernos a tomar decisiones de política tanto monetaria como fiscal. Estas tienen un efecto que no se sentirá hoy, lo verás con suerte en seis meses y no sabrás con certeza cuánto de lo que ocurrió viene de tu decisión y cuánto del ruido externo.
Ahora que las redes explotan con comentarios sobre el PBI, la inflación y cómo estamos con los peores números en muchos años, recordemos que estamos ante una mezcla del fin del consumo del ahorro interno (producto de la pandemia), ineficiencia de la política fiscal, una política monetaria restrictiva y una inflación aún alta. Estos factores vienen de meses atrás. Mi profesor de Teoría Monetaria me decía que la cura de la inflación es muy simple: nos volvemos todos más pobres y bajará. Lamentablemente ya no somos una isla, lo que pase en el mundo tendrá repercusiones desde lo más microeconómico hasta lo más macroeconómico, como la tasa de referencia o la política fiscal de una nación.
El consuelo es que no estamos solos y que, a pesar de los números débiles de la economía peruana, seguimos siendo la casa menos fea en un barrio cada día más feo. Hoy, a todos nos afecta la decisión de algún político influyente en una tierra lejana casi tanto como las de nuestros políticos locales.