A pesar de estar presntando atención a lo que sucede en nuestro país, el mercado aún guarda un voto de confianza respecto a nuestra capacidad de dar solución de la incertidumbre política sin dañar mucho a la economía, comenta Ernesto Revilla, economista en jefe de Latinoamérica de Citi Research.
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—¿Hemos llegado a los picos más altos de inflación en Latinoamérica?
Creemos que sí, que ya vimos el pico de inflación en América Latina y también en países avanzados como Estados Unidos. Nuestros pronósticos hablan de una desinflación este año que será gradual, aunque hay, por supuesto, historias idiosincráticas particulares en diferentes países.
Por ejemplo, en Brasil vemos que está empezando a subir de nuevo un poquito la inflación y estamos revisando pronósticos al alza, lo cual no habíamos hecho en mucho tiempo y eso lo veo con preocupación. Y en el Perú, queremos ver qué impactos van a tener los temas asociados a la incertidumbre y a las protestas en los precios en el primer trimestre del año. Entonces, el pico de la inflación quizá podría posponerse por un par de meses, dependiendo de cuál sea el impacto en los precios. La tendencia de mediano plazo está clara, porque con la desaceleración económica que es generalizada y con las altas tasas de interés, que también son generalizadas, la inflación debería estar bajando.
"Yo diría que el vaso está medio lleno y hay elementos suficientes para empezar a tener algo de optimismo"
—Por todo lo que estamos viendo, el primer semestre está perdido en términos inflacionarios. ¿El segundo semestre podría ser un poco más amigable?
Sí, sin duda. La segunda mitad del año la vemos más favorable por muchas razones. Primero, porque ya deberíamos haber avanzado en disminuir la incertidumbre. Ya debería haber un camino más establecido políticamente de cómo resolver los diferentes temas que están abiertos. Por otro lado, el entorno externo parecería más amigable en la segunda mitad del año, porque con China reabriéndose más fuerte de lo que esperábamos, ese crecimiento se verá más en la segunda mitad del año. También, estamos viendo mayor optimismo por parte del mercado hacia la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés), y esto significarían condiciones financieras más holgadas. Eso le va a ayudar a Perú y a América Latina en la segunda mitad del año.
—Factores positivos para el crecimiento.
Sí, yo diría que el vaso está medio lleno y hay elementos suficientes para empezar a tener algo de optimismo. Por supuesto, hay mucha incertidumbre a nivel global y local, y el ver las cosas con un poco más de optimismo no quiere decir que no sigan existiendo riesgos. Pero, el año empieza un poco mejor de lo que pensábamos en materia económica.
—Sin embargo, revisando la última encuesta del World Economic Forum (WEF) en Davos, dos tercios de los encuestados indicaron que ya se prevé una recesión mundial para este año.
Es una encuesta interesante y yo creo que Davos es un buen ejemplo de opinión pública que está mirando hacia atrás y no hacia adelante. Todos ellos están repitiendo un consenso que ya se había generado meses atrás, pero que en tiempo real, ya cuando estaban en Davos, estaba cambiando […] Empieza a crecer la probabilidad de un aterrizaje suave de la economía global y de Estados Unidos, lo que significa que es menos probable una recesión. Yo no le pondría mucho peso a esa encuesta. Ese era el consenso y el escenario base del cuarto trimestre del 2022, pero en este primer trimestre de 2023, siento que el sentimiento del mercado ha cambiado notablemente hacia incrementar la probabilidad de no tener recesión.
"Ya estamos viendo que se está incrementando rápidamente la oferta en algunos mercados de ‘commodities’, como por ejemplo, el energético".
—¿Ni siquiera técnica?
Me parece a mí que es un exceso de optimismo porque hay muchos factores que se mantienen inciertos. Particularmente el mercado laboral en Estados Unidos sigue muy apretado y eso sigue presionando los salarios. Eso seguirá haciendo que la FED tenga que tener una tasa de interés alta por más tiempo, haciendo probable la recesión, aunque sea corta, moderada, y técnica. Pero el mercado ya cree que la inflación está cayendo rápidamente en Estados Unidos, que la FED no va a tener que subir [la tasa] mucho más de donde está, y que se puede salvar la recesión técnica en la segunda mitad del año.
—Salvable, entonces.
Es más salvable de lo que pensábamos hace tres meses. No es un hecho que vaya a suceder. Ojalá no peque de optimista el mercado, pero es una visión distinta de la fotografía que se tomó en Davos.
"Coincidimos con el consenso de mercado en que va a haber una desaceleración global. Nuestro pronóstico de crecimiento global baja, de casi 3% en 2022 a 2,1% en el 2023".
—Otro tema que se resaltó en la encuesta de Davos es que los altos precios de suministros de energía y alimentos iban a persistir por los próximos dos años. ¿Este escenario también cambiaría?
Creo que también está cambiando, aunque quizá no en la misma magnitud que la visión sobre el crecimiento. Es fácil ser pesimista respecto a los precios de las materias primas y los alimentos, porque se mantiene el conflicto entre Rusia y Ucrania, y porque se mantienen todavía presiones de oferta en algunos mercados. No obstante, ya estamos viendo que se está incrementando rápidamente la oferta en algunos mercados de ‘commodities’, como por ejemplo, el energético. Hace un par de días había un artículo en el Financial Times mostrando un incremento notable de la producción de crudo de Estados Unidos y que, por ejemplo, el Estado de Nuevo México ya produce más crudo que todo México. Eso va a presionar los precios de ‘commodities’ ligeramente a la baja. No vemos que [los precios] se vayan a desplomar de ninguna manera, pero sí vemos que puede haber una corrección en la oferta.
—¿Los precios del cobre también irán a la baja?
Vemos bastante estable al cobre en el 2023 y el 2024.
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—Muchas de las proyecciones o encuestas como la de Davos pronostican una demanda muy ralentizada para este año.
E. Además, hay desaceleración en Estados Unidos, en Europa, en mercados emergentes. La única zona importante que no se desacelera desde nuestro punto de vista es China. Sí vemos un poco menos de demanda […] pero en 2022, el gran error de pronóstico de los analistas y economistas, incluyéndonos nosotros, fue que esperábamos un año de bajo crecimiento y acabó sorprendiéndonos la resiliencia de las economías.
—¿Alguna economía en especial?
En general [la mundial], pero buena parte de las de América Latina […] El 2023 empieza igual, con una expectativa de bajo crecimiento, pero a un mes del que llevamos del año, las señales empiezan a ser un poquito mejores de lo esperadas. Quizá el 2023 nos sorprenda igual que el 2022.
—Uno de los sectores más dañados en América Latina es el turismo. ¿Tienen algún ‘outlook’ sobre este sector?
Vemos una desaceleración, por un lado, por la normalización de la demanda, porque después de la pandemia había una demanda atrasada por servicios turísticos que no se podrían consumir[…] Pero por otro lado, vemos a Estados Unidos más débil, con un mercado laboral que debería empezar a debilitarse.
"El mercado y los inversionistas externos está prestando atención cuidadosa a qué está pasando en Perú, todavía con un voto de confianza de que la incertidumbre política pueda resolverse sin dañar mucho la economía. Pero sí es una pena porque tanta incertidumbre está empezando a poner sesgos a la baja a los pronósticos de crecimiento".
—¿Ya no está debilitado? Las ‘big tech’ han ejecutado despidos importantes.
Es muy buen punto porque hemos visto mucho ruido de las empresas tecnológicas, pero eso no significa de ninguna manera que el mercado laboral esté debilitado. El mercado laboral está súper fuerte y eso [los despidos en las ‘big tech’] es un porcentaje menor de todo el mercado laboral. Todas las empresas ‘tech’ pesan apenas 2% de todo el empleo de Estados Unidos. El viernes pasado se publicó la información sobre la creación de empleos de enero. Fueron datos robustos, a pesar del ruido.
—¿Cómo se ve la situación peruana desde afuera? ¿Se espera una ralentización o se podrían revisar las perspectivas de crecimiento para el Perú dada la coyuntura actual?
El mercado y los inversionistas externos está prestando atención cuidadosa a qué está pasando en Perú, todavía con un voto de confianza de que la incertidumbre política pueda resolverse sin dañar mucho la economía. Pero sí es una pena porque tanta incertidumbre está empezando a poner sesgos a la baja a los pronósticos de crecimiento. Y digo que es una pena, porque antes de las protestas veíamos a Perú como el único país de América Latina que podía acelerarse en 2023 respecto a 2022, cuando todos los demás se estaban desacelerando.
"Perú podría verse en riesgo de perder el beneficio extraordinario que ha tenido durante muchos años de haber separado la economía de la política. Eventualmente, una va a contaminar a la otra".
—¿Incluso Brasil?
Brasil se desacelera bastante porque creció en 3% el año pasado y creemos que va a crecer 1,3% este año. Colombia tiene una enorme desaceleración. Y Perú tenía una aceleración moderada, pero era la única en la región. Todavía pensamos que puede crecer 2,9% este año, pero sin duda, en la medida que persista la incertidumbre, puede empezar a haber un sesgo hacia abajo en ese número, porque empieza a haber menos turismo, menos actividad económica, menos consumo, menos producción […] Así estamos todavía con un panorama que no es malo para Perú, pero que requiere de confianza para poder ser mejor.
—¿Ve alguna posibilidad de cambio en la calificación crediticia o nuestros fundamentos se mantienen aún suficientemente sólidos?
Por el momento para este año y yo diría todavía el siguiente, los fundamentos macroeconómicos del Perú siguen siendo muy sólidos. Es por eso que el mercado no ha reaccionado tan negativamente todavía, porque ven que los fundamentos están relativamente protegidos frente a la incertidumbre política, porque la propia incertidumbre política provoca dificultad para modificar el marco regulatorio. No vemos una presión negativa en el corto plazo a la calificación crediticia. En el mediano plazo, en la medida que persista la incertidumbre, el bajo crecimiento podría empezar a incidir sobre la calidad crediticia del Perú. Y, Perú podría verse en riesgo de perder el beneficio extraordinario que ha tenido durante muchos años de haber separado la economía de la política. Eventualmente, una va a contaminar a la otra.
—La economía y la política no pueden ir por cuerdas separadas. ¿Quizá es esto una consecuencia?
Ha sido un beneficio extraordinario del que Perú ha gozado cuando han estado separadas estas dos grandes aristas. Otros países latinoamericanos no han gozado de ese privilegio. Perú lo ha tenido por la fuerza de sus fundamentos, pero eso no es para siempre.
—Una de las cosas que más inestabilidad genera es el cambio al capítulo económico de la Constitución.
Creemos que todavía es poco probable, pero el mercado está poniendo atención a esa posibilidad porque usualmente abre el camino a cambios positivos y negativos. Ya vemos experiencias en otros países, y creo que es mejor ser constructivos sobre lo que ha valido la pena, en vez de querer cambiar un régimen de manera más abrupta.