Perú vs. Argentina: ¿así formaría Gareca?
Perú vs. Argentina: ¿así formaría Gareca?

Cuando se nos pregunta por nuestras íntimas prioridades, respondemos sin tardar familia, amigos y salud. Cuando se nos insiste qué más, sin dudarlo añadimos… el fútbol.

Para los que siguen esta columna es público y notorio que estamos enamorados de la camiseta rojiblanca. En nuestro oficio, la hemos representado con garra y humildad por donde el destino nos ha llevado. Nuestros amigos futboleros también intuyen que en el ámbito del balompié internacional hay un lugar muy especial para el Atlético de Madrid. No pensamos subestimar ni un ápice las preferencias de los lectores por el Real o el Barza, ambas son franquicias de renombre que durante décadas han sabido ganarse el prestigio mundial que hoy disfrutan. En cambio, la popularidad del Atlético aún está en construcción. Precisamente eso es lo que nos motiva, lo que nos anima a seguir creyendo en su triunfo, en su grandeza; el hecho de que su franquicia aún está en proceso de hacerse y que para tal fin el esfuerzo… no es negociable. Como tampoco lo debería ser para el Perú.

Pues bien, cada vez que interrogamos en nuestro fuero interno las bases de nuestra visión para el Atlético, nunca dejamos de apuntar lecciones que puedan servir al fútbol peruano. No solo porque llevamos a ambos equipos en el corazón, es que además los dos se presentan a nuestros ojos como grandes proyectos en construcción.
En la actual encrucijada nos decimos que lo único que debe importar es el siguiente partido. Aprendimos ya que los sueños, sueños son, y que para realizarlos hay que saber dar un paso a la vez. A la ahora lo único que debe importarle es el partido contra Argentina. Su clasificación se evaluará luego. Y ni pensar ahora en el encuentro con Colombia; se verá después. Conocer nuestras prioridades inmediatas y saber afrontarlas cada una en su momento define la capacidad del líder y su equipo.

Por otra parte, la excelencia de una franquicia no recae en una u otra estrella, sino en la grandeza del equipo. Messi y CR7 solo hay dos, y no son replicables. Aquel que alguna vez se creyó superior a la franquicia fue enviado no a la banca, sino directamente a la tribuna, y los que jugaron lo hicieron anteponiendo el amor a la camiseta antes que el de su propio pellejo. Hablar de uno es fácil, imponer un concepto lo es menos, pero propiciar un ambiente donde se diluyan los egos, eso es lo difícil y demuestra que se sigue aprendiendo.

El mejor número nueve es aquel que mete goles y defiende; el mejor portero es el que defiende y gana partidos. En un gran equipo deberías tener a los dos, pero además poseer el engranaje en la defensa y en la volante, que junto con los dos anteriores conformen tu columna vertebral.

Las excusas son para los mediocres. Ni los árbitros ni las dimensiones de la cancha ni la lluvia son pretextos para soslayar la derrota. Los partidos duran lo mismo para ambos contendientes, y de actuar con entrega las oportunidades se presentarán y de los tres posibles resultados te harás acreedor a uno. Lo que el hincha más ansía es que su equipo deje todo sobre el gramado, que sus jugadores luchen por cada balón, como si la vida se les fuera en ello. Y creo que en este aspecto la selección nacional ha mejorado mucho.

El estilo hay que saber definirlo, aplicarlo y sentirse orgulloso de él, sin que ello impida evolucionar y seguir aprendiendo de lo que otros hacen mejor. El tiqui-taca es del Barza, lo del Atlético es el contraataque, la fuerza, la garra. El Perú tiene gran pie, pero si a ello le añadimos fortaleza mental y entrega, habremos cumplido con ser fieles a lo nuestro. Se trata de sumar aquello que casi siempre nos faltaba, la consistencia en la pelea fuerte hasta el último silbato.

Hay que decirlo, se aprende más de las derrotas, a condición de no amilanarnos ante la adversidad y que utilicemos la autocrítica para enmendar todo aquello que se pueda. Los grandes equipos, como las naciones, nunca evitaron evaluar los errores por más dolor que les haya costado. Mi opinión es que comparte este enfoque porque así lo ilustra su manejo tan magnífico de la selección. Recordemos que perder dos finales de Champions ante el Real ha obligado al Atlético a fortalecer debilidades y luchar por la ansiada copa con igual ilusión. Por nuestro lado, ceder el empate ante Argentina en el 85 en cancha mojada, casi al final, nos debería animar a corregir y seguir creyendo en lo nuestro.

Nunca se pueden imponer resultados antes de que se desarrollen los acontecimientos. Pero sí podemos ponernos de acuerdo en que los sueños suelen cumplirse para aquellos que aceptan que el esfuerzo, la garra, no es negociable. Nuestra convicción es que ese acuerdo hoy lo tenemos en la selección con su actual liderazgo.

Tener claramente definidas las prioridades ayuda a incrementar las posibilidades de éxito. Si a ello le agregamos fidelidad a nuestros valores, humildad ante la adversidad y compromiso de todos con el bien común, habremos dado un gran salto hacia la grandeza.
¡Ahora lo que más importa es el partido del próximo jueves, y apoyándonos en otra décima rojiblanca, nunca jamás dejemos de creer!

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