La inflación en Lima Metropolitana fue casi 8% en abril, la más alta en 24 años, muy por encima del rango meta del Banco Central de Reserva (BCR) establecido entre 1% y 3%. La tendencia creciente de los precios desde mediados del 2021 responde principalmente al alza de las cotizaciones internacionales de la energía y los alimentos, exacerbada por la incertidumbre política local y la conflictividad social. La inflación viene afectando en mayor medida a los hogares más pobres y su retorno a los valores habituales se lograría a mediados del 2023.
Factores externos y locales
Desde inicios del 2021, los precios internacionales de los combustibles y sus derivados –como fertilizantes–, y los alimentos (maíz, trigo y soya) vienen aumentando fuertemente. Esto se debe a múltiples factores como la rápida recuperación global de la demanda, problemas logísticos producto de la pandemia y condiciones climáticas adversas, agravados por la invasión rusa a Ucrania. Entre diciembre del 2020 y abril del 2022, el petróleo (117%), el trigo (108%) y el aceite de soya (103%) más que duplicaron sus precios, mientras que la cotización del maíz se elevó en 79%.
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Diego Winkelried, profesor principal de la Universidad del Pacífico, indicó que estos factores que limitaron la producción mundial han sido mucho más severos que en episodios inflacionarios anteriores, generando incrementos de precios más pronunciados que los registrados durante la crisis global del 2008.
Los factores externos fueron exacerbados por el fuerte incremento del tipo de cambio entre agosto y noviembre del año pasado, ocasionado principalmente por la incertidumbre política y el deterioro de la confianza en la economía local. El IPE estima que estos factores locales explicaron entre el 20% y 25% de la inflación en el segundo semestre del 2021. La conflictividad social y el bloqueo de vías de transporte también ejercieron presiones sobre el alza de los precios de los alimentos al inicio del 2022.
Impacto diferenciado
El incremento de los precios ha tenido un impacto diferenciado sobre el bolsillo de los hogares según sus patrones de consumo. Las familias más pobres registraron una inflación de 9,3% en abril debido a que destinan casi un tercio de su gasto al consumo de alimentos y bebidas. En tanto, para los hogares de mayores ingresos, que destinan solo un quinto de su gasto a dicho rubro, la inflación fue de 7,6%.
Asimismo, el impacto de los mayores precios ha variado al interior del país. Ciudades como Huaraz, Moquegua y Chachapoyas registraron tasas de inflación de más de 13%. Esto se debe, en parte, a que las familias de las regiones donde se ubican estas ciudades destinan casi el 40% de su gasto a alimentos y bebidas. En tanto, en Lima y Arequipa –cuyas capitales alcanzaron tasas de inflación de alrededor de 8%– los hogares destinan menos del 30% de sus ingresos a estos productos.
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Expectativas y el rol del BCRP
Los mayores precios de los alimentos y la energía se han trasladado a otros componentes del consumo de las familias. Por ejemplo, el aumento de la cotización del petróleo incrementa los costos de producción de diversos bienes industriales, así como los costos de transporte. En tanto, los mayores precios mayoristas se traducen en ajustes a las tarifas eléctricas.
En esa línea, la inflación sin alimentos y energía se ubica por encima del rango meta desde diciembre pasado. En concreto, el BCRP estima que el 72% de los rubros de consumo tiene una inflación mayor al rango meta. Como consecuencia, las expectativas de inflación a 12 meses llegaron a 4,62% en abril, el segundo nivel más alto desde que se tiene registro, ligeramente por debajo del pico de 4,65% en el 2008.
De acuerdo con Winkelried, el incremento de las expectativas de inflación supone una dificultad adicional para la normalización del comportamiento de los precios. Ante ello, el aumento sostenido de la tasa de referencia del BCRP, de 0,25% en julio del 2021 a 5% en mayo último, busca anclar las expectativas de inflación al enviar la señal de que el encarecimiento del crédito limitará el gasto agregado en la economía. Dado ello, el especialista señala que esta medida se mantendría mientras dichas expectativas no cedan.
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Perspectivas
Para Elmer Cuba, socio de Macroconsult, las expectativas de inflación se aliviarían hacia el último trimestre del año. Esto debido a que, al comparar con los precios altos registrados en la segunda mitad del 2021, la cifra de inflación empezaría a ceder progresivamente a partir de julio de este año. En esa línea, Winkelried estima que la inflación regresaría al rango meta en la segunda mitad del 2023. Sin embargo, advierte que existe incertidumbre respecto a los factores externos que podrían afectar su trayectoria.
En las últimas décadas, el alza de los precios dejó de ser un problema en el Perú. Así, una adecuada política monetaria le permitió al país contar con la inflación más baja de la región, menor incluso que diversas economías avanzadas. Por ello, lejos de promover cambios a las reglas de juego que permitieron lograr extraordinarios resultados macroeconómicos y notables mejoras de las condiciones de vida, los esfuerzos del Gobierno deben centrarse en reactivar la economía para generar empleos de calidad y, en la medida de lo fiscalmente responsable, proteger de forma temporal a los más pobres a través de transferencias directas y focalizadas.