Durante su paso por Lima esta semana, Michael Reid, escritor y periodista, conversó con El Comercio sobre la situación política y económica por la que atraviesan el mundo y, en específico, América Latina, tema que además abordó en el I Foro Regional de Desarrollo e Inclusión Financiera, organizado por Credicorp.
Durante su exposición habló sobre la decepción con la democracia que hay en América Latina. ¿Qué trae consigo esa decepción? ¿Trae conflicto social, trae inestabilidad?
Diría que en parte es un problema mundial, no solamente de América Latina, pero las encuestas indican eso y yo pienso que es una decepción porque la gente siente una falta de resultados. Destacaría como causa fundamental de eso la ralentización del crecimiento que lleva a un estrechamiento de oportunidades. Generaciones más jóvenes con más educación, se sienten muy frustradas cuando no consiguen esas oportunidades. Eso lleva una serie de manifestaciones de ese descontento de frustración social.
¿Es lo que vemos en el Perú hoy en día?
Yo diría que estallidos sociales, resurgimientos de populismos y también una descomposición de sistemas partidarios. En el Perú si bien había causas políticas puntuales en las protestas al final del año pasado y al comienzo de este año, evidentemente había una frustración social también. Y, sobre todo, ese descontento se manifiesta en una fragmentación partidaria cada vez más grande porque la gente ya no cree en los partidos políticos de antes.
¿Es la desconfianza que hace que los partidos ya no sean tan fuertes o es que no existen partidos tan fuertes y por eso se genera desconfianza?
Hay una serie de círculos viciosos aquí. La frustración social lleva a la descomposición política y esto hace más difícil abordar las reformas estructurales necesarias para incrementar el crecimiento económico que bajaría la frustración social. Ahí está el problema.
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¿Cómo se llenan esos vacíos de los gobiernos de América Latina?
Hay dos formas de llenar esos vacíos. Hay una forma autoritaria, que en alguna forma representa Bukele, un caudillo civil electo en tránsito a convertirse probablemente en dictador. Y, una forma democrática que pasaría por la regeneración de estructuras políticas, de liderazgos políticos y comunicación política, que es una tarea más difícil, pero a la larga, muchísimo mejor.
¿Lo que tenemos hoy en América Latina, en su mayoría gobiernos de izquierda, son una respuesta a estos vacíos?
Yo pienso que una de las respuestas a esa frustración social y a esos vacíos ha sido precisamente votar por la oposición, no importa el color político. En muchos países, había en el poder -hace cinco o seis años- gobiernos de derecha, de centro, entonces [en la siguiente elección] se vota por la oposición. Llegan muchos gobiernos de izquierda al poder, pero nunca vi una ola muy fuerte hacia la izquierda como hubo hace 20 años. Muchos de esos gobiernos son relativamente débiles, no tienen mayorías legislativas.
Actualmente, son débiles.
Actualmente son débiles. Pienso y lo escribí hace casi un año, que ya estaba empezando una ola de la derecha.
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¿Y lo vemos, por ejemplo, en Ecuador?
Pienso que lo vamos a ver probablemente en Ecuador con una victoria probable de Daniel Noboa frente a la candidata del correísmo. Lo hemos visto en Chile con la votación fuerte para los republicanos, un partido de derecha dura. Lo vamos a ver en Argentina con la posibilidad de que Javier Milei, de derecha dura o tal vez centro derecha, gane, pero el kirchnerismo está en camino de liquidación.
Colombia tiene un gobierno en este momento débil también por la situación judicial de Gustavo Petro.
Efectivamente. Como dice el dicho, el que quiere mucho, abarca poco. Pienso que ese es su problema. Tiene una personalidad muy complicada y enfrenta dificultades cada vez mayores, pero hay cierta estabilidad institucional en Colombia, lo que es importante.
¿Cómo ve el crecimiento económico de los próximos años que seguramente será más bajo del que hemos visto en América Latina en los últimos años?
Pienso que pasa necesariamente por enfrentar el problema de la baja productividad en la región, que es un tema muy complejo. Tiene varios aspectos que incluyen la alta tasa de informalidad, la sobrerregulación en cosas tontas, la falta de infraestructura, la falta de competencia y también relativa falta de capacitación, tanto de trabajadores como de gerentes.
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Y a nivel mundial, ya saliendo de América Latina, tenemos una China bastante más ralentizada, un Estados Unidos que se ha “salvado” de la recesión, pero con una amplia posibilidad de que Trump regrese al poder. ¿Que podemos esperar del mundo para el 2024?
No sé cuán amplia es la posibilidad de que vuelva Trump, pero es una posibilidad real. Eso debe preocupar porque implicaría un resquebrajamiento de la alianza básica democrática de Occidente y mucha improvisación en Estados Unidos mismo. Nadie sabe si China realmente está al borde de un proceso de estancamiento estructural como algunos vaticinan, o si va a mostrar más resiliencia. Pero, es evidente que va a crecer menos que en el pasado. Hay una serie de preguntas más que respuestas cuando uno mira el mundo en los próximos años.
¿Hay riesgo de un estancamiento estructural mundial?
Si uno mira el comportamiento de la economía mundial en los últimos 20 años a partir de la crisis financiera, la tasa de crecimiento mundial bajó de más o menos 4%- 5% anual al 3%, y de hecho, ya está bajando hacia 2%. Si eso va a continuar va a depender de muchas cosas. El cambio tecnológico, la inteligencia artificial, va a dar un ‘boost’ al crecimiento. Eso va a demorar en saberse, pero es posible. También es posible que la transición energética de un estímulo.
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Esto último también va a cambiar la demanda por el petróleo.
Es muy llamativo que hoy [martes] salió un nuevo informe de la Agencia Internacional de Energía pronosticando que el mundo va a llegar al pico de producción de petróleo antes de 2030, no por una escasez de oferta, pero por una escasez de demanda. Es decir, una baja de demanda por la transición. Vamos a ver si resulta verdad, pero es muy llamativo.
Eso nos traería, por lo menos en los próximos años, un combustible con precio más alto.
Va a haber una corrida que ya se ve de países productores grandes por incrementar su producción para no ser el último país con recursos. Ahora, no va a desaparecer, pero sería una tendencia.