Por: José Larrabure, gerente de la División de Inversiones de Prima AFP
El 2016 fue un año muy positivo para las acciones listadas en la BVL. Además de mantenernos en el índice de mercados emergentes, el retorno de la BVL fue uno de los mejores del mundo. Tras varios años de rentabilidades negativas, el principal índice tuvo un retorno de 57% (hasta el 27 de diciembre), principalmente por el rebote en los precios de los minerales.
La pregunta que se cae de madura al terminar el año es si podremos ver rentabilidades tan buenas en el 2017. Me gustaría decir que sí, pero no soy muy optimista.
Para analizar lo que puede pasar tenemos que empezar comentando que existen dos grupos de acciones con características diferentes: las de empresas mineras que dependen principalmente de los precios internacionales de los metales, y las ligadas a la demanda. Si bien los principales metales que producen las mineras listadas en la BVL han tenido un repunte importante durante el 2016 (plata: 15%, oro: 7%, zinc: 60%, cobre: 16%, y estaño: 45%), mi expectativa para el 2017 es que estos precios se mantendrán en niveles similares a los actuales.
La tendencia positiva que vimos este año se dio esencialmente por un mayor apetito por activos de riesgo y una debilidad del dólar ante menores expectativas de un aumento de tasas de interés en EE.UU. Este escenario ha cambiado significativamente desde la elección de Donald Trump. Adicionalmente, la demanda por la mayoría de estos metales viene en gran medida de China, por lo que sus precios son dependientes de las expectativas de crecimiento de esta economía. Es probable que China vuelva a crecer entre 6,5% y 7%, y para ver un mayor repunte en el precio de los metales necesitamos que la economía china sorprenda al alza.
Dicho esto, de concretarse el mayor gasto en infraestructura en EE.UU, esto podría impactar positivamente en los precios de algunos metales básicos, especialmente en el hierro y en menor medida en el zinc y cobre.
Para los sectores ligados a demanda interna, vemos una tendencia negativa en los datos de confianza del consumidor y en las expectativas de los empresarios con respecto a la evolución de la economía peruana, lo cual me hace pensar que tanto el consumo como la inversión privada seguirán débiles.
Por el lado del consumo, la demanda interna continuará débil mientras no se recupere el empleo formal. En cuanto a la inversión privada, se espera que la recuperación recién se dé en el segundo semestre. Las empresas tendrían cierta capacidad ociosa y mientras no vean una clara recuperación de la demanda no se harán grandes inversiones.
En cuanto al gasto e inversión pública, veo poca capacidad del Gobierno para contribuir al crecimiento dadas las restricciones fiscales y más bien vamos a depender en gran medida del destrabe de megaproyectos, tarea nada fácil. En ese contexto, considero que las expectativas de crecimiento del 4%-4,3% parecerían demasiado optimistas y, por ende, veo un riesgo de que la economía peruana decepcione a los mercados en el 2017.
Para no terminar en un tono tan pesimista, considero que empresas ligadas al sector construcción podrían ser una oportunidad de inversión interesante en caso algunos de los grandes proyectos logren destrabarse