¿Cambio o me transformo?, por Inés Temple
¿Cambio o me transformo?, por Inés Temple
Redacción EC

Cambiar solía ser suficiente. Avanzar progresivamente cumplía con el objetivo de seguir evolucionando y no quedarse atrás. Transformarse es distinto, es cambiar de piel continua, dinámica y completamente.

El mundo del trabajo se está transformando completamente por la tecnología.  Estoy en la conferencia anual de LHH DBM analizando tendencias y realidades con expertos mundiales en el tema y cerca de 500 colegas de 65 países. De lo que todos hablan es de la velocidad de esa transformación, de cómo los perfiles necesarios están cambiando más rápido de lo que nadie esperaba y del riesgo que significa que muchos aún que no hayan internalizado esta transformación.

El trabajo es un componente muy importante de la experiencia de nuestras vidas y hoy los más talentosos -que son lo que generan el 80% de los resultados- buscan experiencias de vida, no simples empleos; quieren elevar constantemente su nivel de empleabilidad; aspiran a trabajar en un lugar con un propósito compartido que les haga sentido; anhelan un entorno donde se trabaje con transparencia e inspiración. Pero esto aún no lo ven muchas empresas.

Hace unos días en Vancouver en una conferencia de YPO con más de 2.700 presidentes de empresas de 132 países las preocupaciones eran las mismas: la disrupción digital, las organizaciones exponenciales, las expectativas de los consumidores que se transforman a diario, la velocidad de aprendizaje de la inteligencia artificial. Todos hablaban de reinventar sus modelos de negocios y sus productos, de reenganchar a clientes y colaboradores, de reimaginar el futuro: el 72% de estos líderes cree que los siguientes tres años serán más críticos para sus sectores que todos los anteriores 50.

El evento se focalizó mucho en cómo transformar los modelos mentales de los líderes -que son quienes finalmente impactan y transforman la cultura- para conducir a sus organizaciones hacia los futuros prometidos. Y en la importancia de proveer las herramientas que necesitan los colaboradores para que ellos también puedan transformarse rápidamente de cara a la digitalización.

En ambos congresos los protagonistas fueron los cambios mentales, los nuevos paradigmas y las imprescindibles habilidades emocionales a tener: agilidad, flexibilidad y rapidez. Rapidez para aprender -las nuevas habilidades necesarias para ser efectivos cambian todos los días y es imposible predecir cuáles serán las criticas mañana-.

En ambos lugares también se habló también de pasión, curiosidad y entusiasmo para entregarse a las aventuras que la tecnología trae; de colaborar y por ende dejar ir ataduras del pasado; de innovar tratando y fallando una y otra vez, sin traumas ni complejos; de mapear lo desconocido y actuar sobre ello pese a la incertidumbre. Y sobre todo, se habló mucho de vulnerabilidad y de humildad. Y de como desarrollarlas como el único camino para seguir tratando de ser mejores y más efectivos cada vez.

Para seguir liderando, aprendiendo y transformándonos con responsabilidad por nosotros mismos y los demás. Fue muy refrescante ver que aún entre tanta tecnología, lo más humano sigue siendo lo más importante a desarrollar.

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