El acceso a Internet es una necesidad básica que permite a las personas y las empresas acceder a información, comunicarse y participar en la economía global de manera más eficiente, además, puede impulsar la innovación y el crecimiento económico. Por ello, la conectividad universal es considerada la piedra angular del desarrollo sostenible a escala mundial.
Lamentablemente, los habitantes de zonas rurales carecen de conectividad de calidad por lo que enfrentan tasas más altas de desempleo y deserción escolar, gozan de menos oportunidades laborales y económicas dando como resultado mayor desigualdad económica y social.
Según un estudio del IICA realizado con apoyo de Microsoft en 26 países latinoamericanos y caribeños, aún 72 millones de personas que viven en zonas rurales carecen de conectividad con estándares mínimos de calidad. Si bien se observa una mejora del 12% a comparación del año 2020, la brecha entre el campo y la ciudad se acrecentó 2 puntos durante el último año. Esta brecha representa una barrera que impide el desarrollo equitativo e inclusivo.
En el caso del Perú, se observa un avance en el mejoramiento de sus condiciones de conectividad. Según el estudio, Perú pasó a formar parte del grupo de países de nivel medio de conectividad, cuando antes se hallaba en el nivel bajo.
La determinación de los gobiernos en cerrar la brecha de conectividad ha sido clara, pero aún se debe lograr un impacto positivo a gran escala. Para ello, existe una mezcla de inversiones en infraestructura, diseño de políticas públicas, innovación en tecnologías inalámbricas, programas y acciones del sector privado y, sobre todo, la colaboración y acción conjunta entre el sector público y privado que contribuyan en hacer de Internet un recurso asequible y de alta calidad para todos.
Pero el reto no se detiene ahí. No basta con conectar, se trata de conectar con un propósito. La brecha digital es un problema de acceso a Internet, pero también un problema de acceso a las capacitaciones que pueden ayudar a los habitantes del campo a participar más activamente en la economía global, generar ingresos y mejorar su calidad de vida, acceder a servicios en línea como banca, atención médica y acceder a recursos en línea, para elevar su nivel de educación. Además, pueden integrar soluciones tecnológicas para sus cultivos y poder mejorar la productividad, reducir el desperdicio, optimizar el uso de insumos, reducir el impacto ambiental y mejorar la sostenibilidad. Conectividad y habilidades digitales deben ser prioridades porque, cuando cerramos la brecha, ganamos todos.