Ben Schenider
Presidente de Indra en el Perú y director del MBA de la Universidad del Pacífico
Un emprendedor es aquel que persigue oportunidades sin importarle qué recursos controla. Generalmente sufre de falta de financiamiento, de colaboradores capacitados, de patentes o conocimiento especializado, de facilidades de acceso al mercado, de servicios logísticos adecuados, y hay más. Aun así, el espíritu emprendedor logra impulsar el proyecto, pero para que el impulso sea exitoso, es muy importante cuidar adecuadamente los pocos recursos con que el emprendedor cuenta.
En una situación así, el mejor consejo que se le puede dar al emprendedor no está referido a qué acciones tomar, sino a lo que no debe hacer, vale decir, en qué no distraerse para no desperdiciar recursos.
Si bien la visión del emprendedor lo llevará a imaginar el tipo de producto o servicio que quiere ofrecer, existe en el proceso de desarrollo una infinidad de opciones y decisiones que impactarán en el resultado. De ahí la importancia de exigirse al máximo para entender las implicancias de cada decisión.
Un emprendedor debe reconocer tres principios fundamentales a la hora de plantear su estrategia, según expone el profesor David Collis en “Harvard Business Review”.
El primer principio se refiere a que las decisiones sobre cuál alternativa escoger al diseñar el plan son excluyentes.
Esto significa que el costo y la oportunidad de emprender en una dirección, generalmente elimina otras alternativas que ya no podrán abordarse por lo dinámico que es el mercado hoy. Hay que entender que cada decisión terminará siendo un rechazo irrevocable a otras alternativas. De ahí la importancia de analizar exhaustivamente qué opción adoptar, entendiendo los beneficios y las amenazas que tal opción plantea.
El segundo principio está referido a cautelar los escasos recursos con que cuenta el emprendimiento, para que estén alineados en una misma dirección, esto sobre todo en un entorno donde la escasez es el pan de cada día.
El tercer principio da cuenta de que, si bien ensayos de “prueba y error” pueden ayudar a “start-ups” a manejar mejor su agilidad y adaptabilidad, no siempre es posible usarlos al tratar de innovar. Queda claro que estudios de mercado tradicionales no serán de gran ayuda en emprendimientos novedosos.
A mayor disrupción e innovación, es más difícil probar las premisas, ya que no existe necesariamente un mercado, al tratarse de productos y servicios nuevos. Si bien existen casos como Facebook, que logró 100 millones de usuarios en apenas cuatro años, otros proyectos requieren plazos mayores de maduración y, por ello, es importante mantener el foco y el alineamiento estratégico. En el camino surgirán tentaciones, oportunidades para intentar diversificar tempranamente, lo cual puede comprometer al proyecto original.
Hay que entender que una firma evoluciona como resultado de decisiones incrementales que se toman día a día. Si detrás de estas decisiones hay una estrategia adecuada, así como disciplina, foco, constancia y determinación, el emprendimiento logrará consolidarse oportunamente.