Una extraña coincidencia me ata a Día_1. Este suplemento y yo nos iniciamos en el periodismo económico exactamente en el mismo mes. En mayo del 2004, cuando El Comercio lo lanzaba por todo lo alto, yo entraba –algo perdido- a trabajar como practicante en otra redacción, tentando suerte en un oficio para el cual no estaba calificado. Aprendí durante seis años a valorarlo como competidor, hasta que vine aquí y tuve la oportunidad de apreciarlo como parte involucrada. He hecho esto los últimos cuatro años y no deja de sorprenderme la versatilidad del producto y los estándares de calidad a los que nos sometemos en su elaboración. Pero esto les corresponde juzgarlo a nuestros lectores, así que no diré más al respecto. Solo quisiera extenderles el mayor de los agradecimientos por acompañarnos durante todo este tiempo, sobre todo a quienes nos siguen desde el primer lunes. Ha sido un placer escribir para ustedes, y lo seguirá siendo, esperamos que por muchísimo tiempo más.
Tengo muchas razones para estar orgulloso del trabajo que realizamos en Día_1, pero ninguna tan reconfortante como la constatación diaria de la integridad, el compromiso y el talento de las personas que forman parte de este equipo. Y lo digo en ese orden porque así es como jerarquizo esas virtudes, ineludibles para hacer periodismo de calidad. Me enorgullece mi equipo, porque tiene un alto sentido de la ética profesional, y eso prevalece en todo lo que hacemos. Me inspira genuina admiración el compromiso que tiene cada una de las personas cuyos nombres engalanan nuestro postón, que los lleva a exigirse mucho más de lo que es esperable en ellas, para subir la valla en cada edición. Yo sé que con demasiada frecuencia les pido más de lo que es humanamente posible, pero valga este pequeño espacio para, con la venia de nuestros lectores, poder homenajearlos a ustedes, porque indubitablemente lo merecen. Su talento, por otro lado, está fuera de cuestión, y es un privilegio para mí tener la oportunidad de hacerlo relucir, aunque no demande mucho esfuerzo de mi parte.
Porque es hasta cierto punto engañoso que mi nombre figure en esta columna, como si de mí dependiera mucho de lo que se lee en adelante. Este suplemento tiene una personalidad propia desde la primera hasta la última página, y es el reflejo vívido de la fusión de todas aquellas virtudes en el liderazgo de su editora, Azucena León, para quien va muy especialmente este homenaje.
Feliz aniversario para mi equipo, pues tengo el honor de ser el más hincha de sus lectores.