En la víspera muchos celebraron por partida doble pensando que no solo recibían el Año Nuevo, sino también otra década. Pero eso no es técnicamente correcto. Según la Real Academia Española, cada década comienza en un año acabado en 1 y termina en un año acabado en 0, por lo que la próxima recién empezará el 2021.
Sin embargo, la llegada del 2020 marca el fin de los “años diez” de este siglo y no deja de ser un buen momento para hacer un balance de nuestro desempeño económico. En el período 2010-2019, la economía peruana medida a través del PBI registró un crecimiento anual de 4,5%, situándose por encima del promedio mundial (3,7%), pero por debajo del nivel que alcanzamos en el decenio 2000-2009 (5%), pudiendo distinguirse dos subperíodos: 2010-2013 y 2014-2019, según las diferentes velocidades en el ritmo de expansión.
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En el primero gozamos de un crecimiento envidiable. El PBI avanzó a una tasa anual de 6,7%, impulsado por el ‘boom’ de los ‘commodities’, superando cómodamente el 4,2% de la economía global. En esa etapa el país se hizo merecedor del grado de inversión por las agencias calificadoras de riesgo y logró atraer inversiones que se tradujeron en empleos, mayores ingresos y reducción de la pobreza (cayó de 30,8% a 23,9%). Estos buenos resultados llevaron a que en algún momento incluso se hablara del “milagro peruano”.
Desgraciadamente, la bonanza no duró mucho. Desde el 2014, el promedio anual de expansión ha sido de apenas 3%, cifra menor al 3,5% de la economía mundial, lo que significa que nos estamos rezagando. Varios factores explican la desaceleración. Uno de los principales está vinculado a la caída de los precios de los minerales que impactaron con fuerza en las exportaciones y en la recaudación fiscal. Pero de un tiempo a esta parte también se hizo evidente que el ruido político, los diversos casos de corrupción, los conflictos sociales y el bajo dinamismo de la inversión han tenido un impacto negativo en el rumbo económico.
La economía peruana atraviesa su peor racha del milenio. Una variación del PBI mediocre como la que hemos acumulado en los últimos seis años es insuficiente para crear empleo y derrotar la pobreza. Necesitamos consolidar el progreso alcanzado con tasas de crecimiento más altas, pues todavía uno de cada cinco peruanos carece de lo suficiente para adquirir la canasta básica de consumo (vivienda, alimento, transporte, etc.) y un buen porcentaje de los que han salido de esa situación corren el riesgo de volver a caer en ella.
El 2020 será un año clave que servirá de bisagra entre dos décadas. Si todos ponemos el hombro, con un poco de suerte, bien podría abrir la puerta que nos conduzca a dar el gran salto al desarrollo. Ojalá, pues, que en los “años veinte” vivamos en el país el inicio de una nueva etapa de prosperidad. Potencial no nos falta.