Los datos económicos muestran un crecimiento bastante más pobre al esperado por los analistas.
Los datos económicos muestran un crecimiento bastante más pobre al esperado por los analistas.
Diego Marrero

El año pasado, la economía china experimentó un modesto crecimiento de 3%, el más bajo muchas décadas. La principal causa fue el cierre extremo de su economía producto de las políticas 0-Covid, siendo el cierre más duro que cualquier país haya experimentado durante la pandemia. Seguido de ello, el colapso del mercado inmobiliario frenó aún más la inversión privada y el consumo, situación que además desnudó la precaria situación financiera de las empresas inmobiliaries chinas, que además de regirse en bajos estándares regulatorios tenían niveles de apalancamiento muy elevados que quedaron en evidencia tras la caída natural de la demanda.

Otros factores agregaron mucho más negativismo al mercado. Una postura más dura contra las grandes empresas de tecnología que se desencadenó con el bloqueo de la oferta pública de acciones de ANT, el gigantesco brazo financiero de Alibaba, con el posterior amedrentamiento a diversos directivos, como Jack Ma, así como otros cambios regulatorios anti-mercado. Sumado a ello, la reelección de Xi Jing Ping como el líder absoluto del partido, introdujo la sensación de un cambio en la política económica china desde un pragmatismo innovador y meritocrático hacia un dogmatismo ideológico.

Luego de ese año plagado de malas noticias, este 2023 empezó como mucho más optimismo impulsado por la casi total reapertura de la economía. Después de casi 3 años se dejaron de lado las restricciones que pusieron freno al crecimiento económico y en simultáneo llegó la esperanza de que el gobierno pueda impulsar el golpeado sector inmobiliario y mantenga un discurso más conciliador para fortalecer la confianza empresarial. Este año comenzó con una trayectoria más sólida, con una expansión del PBI de 4,5% en el primer trimestre debido al auge de las exportaciones y las ventas minoristas.

En las últimas semanas, las perspectivas se han debilitado y la actividad económica está siendo una gran decepción para el mercado. Los datos económicos muestran un crecimiento bastante más pobre al esperado por los analistas. Al mismo tiempo, el mercado inmobiliario sigue mostrando signos de mucha fragilidad y no hay ninguna señal de que el gobierno vaya a intervenir. Esto se trasladó en una menor perspectiva de crecimiento, que siendo China la segunda economía más grande del mundo, se tradujo rápidamente a un menor estimado de crecimiento global, lo cual afectó los mercados financieros y el precio de los metales.

Sin embargo, existe otro punto de vista sobre esta gran decepción. Podría ser el caso de que China esté tomando una postura mucho más cauta en su reapertura post-covid y esté tratando de no cometer los errores de otros países. Cuando EE.UU. levantó las restricciones en el 2020, lo hizo acompañando de un masivo impulso económico sin precedentes, llevando su tasa de interés a 0%, un gasto de US$ 5 billones (lo que llevó al endeudamiento de su economía a niveles record). La historia ya es conocida. Esos estímulos causaron un incremento descontrolado de la inflación a niveles no vistos en más de 40 años, lo cual está poniendo en serios aprietos al crecimiento económico. Teniendo en cuenta esta experiencia, tal parece ser que el gobierno chino podría estar tomando esta lección y preferiría reabrir su economía sin poner en marcha estímulos económicos, al menos por el momento.

Al no haber estímulos económicos, China estaría guardando un gran poder de empuje para reactivar su economía en caso sea realmente necesario y modular de esta manera que la economía pueda retomar su senda de crecimiento sin generar un rebote de la inflación que entorpezca el crecimiento futuro.

Diego Marrero, Gerente de inversiones de AFP Habitat

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