Para aprovechar plenamente el potencial económico de la migración venezolana tenemos un conjunto de opciones disponibles" (EFE)
Para aprovechar plenamente el potencial económico de la migración venezolana tenemos un conjunto de opciones disponibles" (EFE)
Camilo Ferreira

El informe del BBVA: “” nos brinda algunos datos que invitan a la reflexión. Mientras que el peruano promedio tiene 10,5 años de educación, el venezolano migrante tiene 13,4. Ello mientras el ingreso promedio mensual del ronda los S/1.116 a la vez que el de los peruanos es de S/1.560.

La lógica económica indicaría que, a mayor capital humano, mayor productividad y mayores ingresos, pero esto no se está dando. Aparentemente, tenemos una población migrante con mayor capital humano que gana menos ingresos que aquella con menor capital. Esto en parte puede deberse a una menor dotación en capital social y a la necesidad de incurrir en curvas de aprendizaje, pero no se puede excluir las severas restricciones que el Estado impone y que restringen el uso eficiente de la de mano de obra venezolana. Tal es el caso de la dificultad que muchos venezolanos enfrentan para obtener un permiso de trabajo que les permita trabajar formalmente. A esto hay que agregar los requerimientos de colegiaturas y homologación de títulos que empujan a migrantes venezolanos altamente calificados a trabajar en el sector informal en labores que requieren de un bajo nivel de calificación. Con ello, se amplifica el efecto negativo de la migración venezolana sobre los salarios de la población de menores ingresos, lo que a su vez propicia tendencias xenofóbicas en los sectores populares.

Para aprovechar plenamente el potencial económico de la migración venezolana tenemos un conjunto de opciones disponibles. Podemos reducir al mínimo las barreras, tales como licencias y colegiaturas, para que ejerzan sus profesiones aliviando con ello los cuellos de botella de capital humano calificado en la economía. También se puede dar a los venezolanos un régimen laboral especial con menores sobrecostos laborales, de tal manera que fomentemos su ingreso al mercado formal. Otra medida sería generar un sistema de puntos, semejante al canadiense, en el que se otorgue residencia permanente a los migrantes con atributos deseables como nivel educativo o experiencia laboral.

Con esto se fomentaría el ingreso de los venezolanos al sector formal donde pagarían impuestos, compensando con ello la presión de la migración sobre los servicios públicos. También se trasladaría la presión sobre los salarios, resultado de la migración, hacia las clases medias y altas impulsándose una mayor equidad de ingresos.

Para poder tener cierta idea de la magnitud que tendrían estas medidas sobre la economía mediante un cálculo aproximado podemos estimar que si logramos que en cinco años el producto por trabajador de los migrantes venezolanos iguale el de los peruanos (meta factible dada la diferencia en nivel educativo) ello implicaría un 0,24% adicional de crecimiento económico anual. En un contexto de 2,1% de crecimiento anual, un 0,24% es algo a tomar en cuenta.

* Camilo Ferreira es fundador del Centro Wiñaq