Hace dos semanas Rusia ha sido declarada en default por el incumplimiento del pago de bonos en moneda extranjera. Se trata de la primera vez desde 1918. Podemos generalizar las sanciones a Rusia, tales como negar el acceso al SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication), la limitación al comercio marítimo, el congelamiento de los activos del Banco Central Ruso; y enfocarnos en el efecto directo más inmediato: un aumento considerable de los costos de las transacciones comerciales de Rusia.

Estos costos también afectan a la Unión Europea, razón por la cual está tratando de reducir su dependencia de las materias primas rusas y está fortaleciendo las relaciones con otros socios comerciales. Rusia también está reduciendo su dependencia comercial de la Unión Europea, y está fortaleciendo sus lazos con los demás países BRICKS. China e India al tener poblaciones mayores a los mil cien millones de habitantes, ofrecen mercados enormes para las materias primas rusas, sobre todo para comprar los saldos de gas y petróleo que antes se exportaban a la Unión Europea. Ninguno de los BRICKS ha impuesto o apoyado las sanciones. Estos países están respondiendo a sus intereses económicos. Dadas las limitaciones impuestas en los canales logísticos y en los sistemas interbancarios, estos países van a cooperar con el fin de ampliar su infraestructura comercial y digital bancaria para sustituir las de los países occidentales. Por ejemplo, el SPFS (Sistema Peredachi Finansovykh Soobscheniy) está en expansión y China está construyendo una reserva de divisas en yuanes en la que Indonesia, Hong Kong, Singapur y Chile están colaborando.

Para los países europeos hay un conflicto de intereses por el cambio climático. Mediante el acuerdo de París, en el año 2015, varios países decidieron unir esfuerzos para alcanzar la neutralidad de las emisiones antropogénicas de carbono. El objetivo más visible del acuerdo es que el calentamiento global no sobrepase los dos grados Celsius. Todos los países participantes tienen iniciativas propias, y utilizan combinaciones de instrumentos políticos y económicos para alcanzarlos. China desempeña un rol primordial que podría poner en jaque a occidente en el contexto de las sanciones y el calentamiento global. Tiene, con poca variación anual, el 95% de la producción de tierras raras, las cuales son clave para la industria Tech, los autos eléctricos y la transición energética. Hasta ahora, los sigue exportando a precios relativamente bajos. China tiene intereses comerciales y un nivel de integración económica profundo con occidente; por lo que va a tratar de mantener buenas relaciones con ambos bandos. Latinoamérica no está excepta de beneficiarse del aumento de los precios de las materias primas en caso de que no se materialice una recesión global. Por ejemplo, el litio es necesario para la producción de las baterías de los autos eléctricos, y es abundante en Bolivia.

Tener precios energéticos altos a través de la concentración de mercado es, sobre todo para el gobierno ruso y el venezolano, una política estatal ya que sus economías no están diversificadas. En Venezuela la ausencia de diversificación es un problema mayor. Casi todo el sector productivo está concentrado en la extracción de petróleo crudo. Esto la hace muy vulnerable a las variaciones del precio internacional del petróleo. Además, los sueldos del país no son competitivos y, en los últimos años, la mano de obra técnica y calificada de la industria petrolera se ha ido mayoritariamente a Colombia. Hay carteles como la OPEP+, cuyos países miembros y adjuntos muestran un nivel de cooperación elevado al momento de reducir la cantidad de barriles de petróleo en el mercado internacional para subir los precios. Esto sería una actividad ilegal si se tratase de compañías en un marco legal nacional.

Respecto al gas, Venezuela es el país latinoamericano que más se puede beneficiar de la situación geopolítica actual ya que cuenta con reservas de gas natural de 6,3 billones de metros cúbicos, lo que la sitúa segunda en América por detrás de Estados Unidos y octava a nivel global; y dado que la Unión Europea está en búsqueda de sustitutos al gas natural ruso. Empresas como Repsol y Eni están intensificando operaciones para exportar petróleo a la UE. La exportación de gas venezolano licuado es más que compatible con la expansión de estas operaciones; más aún en el contexto del plan REPowerEU de la Comisión Europea si se expande la infraestructura necesaria tanto en Venezuela, como en la Unión Europea. España tiene una amplia infraestructura para procesar y almacenar el gas licuado. Otros países todavía tienen que recuperar terreno en esta área, no obstante, ya están encaminándose en ello. Entre ellos, Alemania contará con un terminal flotante en Wilhelmshaven a fin de año. Por lo menos dos terminales estacionarias estarán listos para el 2025.

Dada la seriedad de la situación, los bancos centrales latinoamericanos han hecho un buen trabajo para frenar la inflación, entre ellos destacan las medidas del Banco Central de Reserva Peruano. Desde un punto de vista fiscal, ya se habían dado en Latinoamérica aumentos de deuda estatal y emisiones de bonos a largo plazo por la pandemia del Covid19. Las deudas estatales podrían ser reducidas si Latinoamérica iniciase un proceso de cooperación e integración económica en el que haya una estrategia de seguridad energética y alimentaria conjunta. Argentina y Brasil produjeron en el 2018 una cantidad de cereales en toneladas métricas casi equivalente a la producción total de Ucrania y Rusia. Se necesitan proyectos públicos y más infraestructura a nivel latinoamericano para que se faciliten las cooperaciones estratégicas.

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