En los últimos 10 años, la economía peruana logró crecer a una tasa promedio anual de 4,4% y fue reconocida internacionalmente por su estabilidad macroeconómica y política monetaria. No obstante, este crecimiento no ha logrado reducir los niveles de desigualdad en el país de manera significativa.
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El Índice de Gini –que mide la desigualdad en el ingreso y se ubica entre 0 y 1, donde 0 implica perfecta igualdad en la distribución mientras 1 simboliza que todo el ingreso está concentrado en un individuo– pasó de 0,44 en el 2016 a 0,43 en el 2017, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) que todavía no ha reportado el dato del 2018. Sin embargo, las cifras que reporta coinciden con los del Banco Mundial (BM). Según ambas fuentes, además, este coeficiente solo perdió tres puntos en 8 años (ver gráfico).
Por otro lado, los cambios en la distribución del ingreso se pueden calcular a partir de los ratios entre distintos percentiles de ingreso, como la relación entre el 90 y el 10 o entre el 75 y el 25. Estos indicadores nos muestran que la desigualdad se redujo de manera notable entre el 2007 y el 2015, pero que desde entonces casi se ha mantenido constante.
Independientemente del cálculo, el problema redistributivo persiste.
El economista Germán Alarco explica al respecto, que una elevada desigualdad tiene efectos negativos en los ámbitos económicos, sociales y políticos de un país. Se trata de un tema multisectorial y una preocupación que ha logrado un alcance a escala global.
“La elevada desigualdad corroe el crecimiento económico, modifica la propensión a consumir, genera burbujas, genera corrupción y hasta violencia”, agrega.
REDUCIR LA DESIGUALDAD
De acuerdo con Alarco, el Estado es el actor principal para redistribuir mejor los ingresos y aplicar políticas al respecto. Para ello, urge incrementar la recaudación tributaria hasta en 6 puntos del PBI –US$14.190 millones– y fomentar el gasto público orientado a favorecer a las regiones más alejadas, integrando los mercados.
Añadió que la presión tributaria en el 2016 fue de 16,1%, mientras el promedio de América Latina llegó a 22,5%. Aunque al 2017 la recaudación cayó a 15,3%, según el Banco Central en el 2018 volvió a 16,1%.
“El sector extractivo minero es el cuarto sector en la economía, más pagan impuestos el sector comercio, servicios y manufactura. La minería, incluso, ha tenido años de aportes [tributarios] negativos. Eso es inaceptable, hay que aumentar la presión en todo tipo de sectores”, enfatizó.
Farid Matuk, economista y ex jefe del INEI, coincide con Alarco en la importancia de que el Estado incremente sus niveles de recaudación tributaria para reducir la desigualdad, así como eliminar regímenes tributarios diferenciados entre sectores.
“Con mayor recaudación, el Estado puede hacer universidades públicas, proveer educación gratuita y mejorar la salud”, añadió.