Una característica de la Copa América que se viene disputando en Brasil es la baja asistencia de público a los partidos que se han disputado hasta ahora.
Por ejemplo, el Perú-Venezuela contó con alrededor de 13.000 espectadores en el Arena do Gremio, en Porto Alegre, con capacidad para 55.000 personas; esto es, una asistencia de solo 23,6%. Pero otros partidos han tenido incluso una menor asistencia en relación a la capacidad del estadio, como el Catar-Paraguay (23% de la capacidad del Maracaná, en Río) o el Ecuador-Uruguay (21,7% del aforo del Mineirao, en Belo Horizonte).
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Se ha explicado la baja asistencia por varios factores. Uno de ellos es el desgaste del público brasileño, que ha albergado antes de la Copa América varios eventos deportivos de magnitud en pocos años: la Copa Confederaciones (2013), el Mundial de futbol (2014) y los Juegos Olímpicos (2016).
Otro puede ser que las fases iniciales del torneo no resultan atractivas para el hincha brasileño, que más bien prefiere o está acostumbrado a los campeonatos locales. Un tercer motivo radica en el bajo dinamismo de la actividad económica: en el primer trimestre de 2019 la economía brasileña apenas creció 1,1% frente al mismo período de 2018 y en términos desestacionalizados se contrajo 0,7% respecto del último trimestre del año pasado.
El factor económico parece ser una de las principales explicaciones. Y en esa línea, el precio resulta en términos comparativos notablemente más caro que en las dos ediciones previas en Sudamérica: Argentina 2011 y Chile 2015.
Pero hay diferencias. Así, mientras la entrada más barata a la final cuesta el equivalente a US$ 66, monto 117,4% superior al promedio de una entrada comparable de los torneos en Argentina y Chile, las entradas para el partido por el tercer puesto en una ubicación comparable con la tribuna Oriente de nuestro Estadio Nacional cuestan US$46, o 33,6% menos que en el promedio de las dos ediciones anteriores.
Eso sí, en la Copa América Centenario (EE.UU. 2016) los precios fueron incluso mayores, con entradas para la final desde US$ 75.
COMPARACIÓN FUTBOLERA
Para facilitar la comparación, asumimos un estadio hipotético cuya capacidad se compone de la siguiente manera: dos tercios en las tribunas populares y el tercio restante distribuido por igual en lo que sería el equivalente a las tribunas oriente y occidente. Con ello determinamos un precio promedio por partido.
Luego, considerando que hay 18 partidos en la fase de grupos, 4 en cuartos de final, 2 en semifinales, 1 por el tercer puesto y la final, encontramos el precio promedio de venta de entradas en los 26 partidos.
De esta manera, encontramos que en el caso de Argentina 2011 el precio promedio de las entradas fue US$ 29,18, mientras que el de Chile 2015 fue similar: US$ 29,88. En el caso de Brasil, este monto llega a US$ 45,73, lo que es 54,9% superior al de los torneos anteriores. El rango va desde 15,1% en los partidos de cuartos de final hasta 72,2% en la final.
La diferencia se acentúa si consideramos el PBI per cápita. En promedio, las entradas para Argentina 2011 representaban 2,7% del PBI per cápita mensual, mientras que en Chile 2015, 2,6%. En el caso de Brasil esta cifra ha llegado a 5,9%.