(Informe El Comercio-IPE)
Además de sus conocidos efectos sobre la economía, la pandemia trajo consigo la interrupción de los procesos de aprendizaje de miles de estudiantes que se han visto afectados por la suspensión de clases presenciales por más de un año.
Si bien al inicio del estado de emergencia se implementaron rápidamente diferentes modalidades de educación a distancia, una gran parte de los escolares no ha contado con las herramientas necesarias para simular en sus hogares el entorno de aprendizaje que tenían en un salón de clases.
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MENOR ASISTENCIA
Según cifras de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) del INEI, el porcentaje de estudiantes que continuaron llevando clases en el 2020 a través de cualquier modalidad se redujo cinco puntos porcentuales respecto a los niveles de asistencia del 2019, al pasar de 92% a 87%. Esto significa que más de 400 mil alumnos dejaron de plano de llevar clases durante el año pasado a raíz de la pandemia. El mayor descenso ocurrió en el nivel de educación inicial, en el que la proporción de niños que recibieron clases cayó de 93% a 81%.
Si bien los datos muestran que la reducción de la asistencia escolar fue un fenómeno generalizado para los alumnos de las familias de diferentes niveles de ingresos, ello esconde la gran heterogeneidad entre la calidad de educación virtual recibida. En el quintil de ingresos más bajo –20% de hogares de menores ingresos–, los alumnos reportaron el uso de la radio para acceder a las clases a distancia en mucha mayor proporción (30%) que los alumnos pertenecientes al 20% de hogares con mayores ingresos (3%). Por el contrario, en el 20% de hogares de ingresos más altos, el 59% de los alumnos reportó haber empleado una plataforma virtual o página web, en contraste con solo el 17% del quintil de ingresos más bajo.
Los medios de acceso a la educación virtual que predominan entre las familias de menores ingresos no permiten fomentar la interacción entre los profesores y alumnos, dificultando el aprendizaje. Si bien aplicaciones de mensajería como WhatsApp hicieron posible compensar parcialmente dicho problema, esta herramienta fue utilizada en menor medida por los alumnos de los quintiles de ingresos más bajos.
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DE LA ESCUELA AL TRABAJO
Los problemas de acceso podrían haber ocasionado que los adolescentes de menores ingresos y zonas rurales opten por realizar otras actividades, disminuyendo el tiempo destinado a su educación. Ello se evidencia, por ejemplo, en el notable incremento del número de trabajadores de entre 14 y 18 años en las zonas rurales del país, desde el inicio del estado de emergencia en el 2020. Así, el promedio de trabajadores adolescentes en el ámbito rural se incrementó de 388 mil en el primer trimestre del 2020, a 485 mil en el primer trimestre del 2021.
Más aún, la gran mayoría de dichos adolescentes vienen insertándose en puestos de trabajo en sectores de baja productividad (como el agropecuario), que presentan un potencial limitado para la acumulación de capital humano, lo cual perjudica las posibilidades de incrementar sus ingresos en el largo plazo.
PÉRDIDA DE CAPITAL HUMANO
La interrupción en la asistencia escolar de miles de estudiantes a clases presenciales durante un período prolongado tendría efectos sobre los aprendizajes y los ingresos laborales que podrían percibir en el futuro. Según estimaciones realizadas por el Banco Mundial, si las escuelas permanecen cerradas por 13 meses, en países como el Perú el porcentaje de estudiantes por debajo del nivel mínimo de rendimiento en pruebas de comprensión lectora y razonamiento matemático se incrementaría de 54% a 76%. Este resultado representaría un gran obstáculo para que la generación actual de estudiantes pueda desarrollar habilidades básicas y fundamentales que les permita insertarse posteriormente en el mercado laboral a puestos de trabajo de calidad.
Cabe señalar que las pérdidas de aprendizaje serían más severas en los hogares más vulnerables debido a factores como la capacidad para participar efectivamente en modalidades de educación a distancia, el apoyo que reciben en el interior de las familias, las dificultades económicas, entre otros.
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Con esta crisis en los aprendizajes, países como el Perú podrían experimentar significativas pérdidas de productividad y capital humano. Según el BID, con el cierre de las escuelas por 10 meses, un alumno promedio en América Latina que asiste actualmente a la escuela podría perder hasta US$1.313 –ajustados por paridad de poder adquisitivo del 2017– de ingresos anuales cuando ingrese al mercado laboral.
OPCIONES DE POLÍTICA
Estos resultados muestran la urgencia con la cual se deberían implementar políticas para el retorno a clases presenciales y la recuperación de los aprendizajes perdidos por la pandemia. El inicio de la vacunación a docentes en escuelas rurales es un primer paso. Sin embargo, según las propuestas del bicentenario planteadas por Videnza Consultores, en los primeros 100 días del próximo gobierno se deberían integrar las plataformas Aprendo en Casa, PerúEduca y otros recursos en un único programa nacional que permita aprovechar adecuadamente las ventajas y beneficios de la educación a distancia. Esta medida debería ser complementada con un plan de fortalecimiento de la educación privada y pública para revertir los efectos que está generando la menor asistencia de los estudiantes a las escuelas.
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