"Las diferencias salariales no se deben a diferencia en características innatas o adquiridas por hombres y mujeres, sino al retorno que estas tienen", señala Lavado.
"Las diferencias salariales no se deben a diferencia en características innatas o adquiridas por hombres y mujeres, sino al retorno que estas tienen", señala Lavado.
Pablo Lavado

El promedio que reciben las es, a lo largo del mundo, generalmente menor al salario promedio que reciben los hombres. Sin embargo, este fenómeno es difícil de explicar por la gran cantidad de factores que determinan los salarios, desde variables medibles como nivel educativo hasta variables difíciles de medir como la motivación y el esfuerzo.

Así, existe una amplia literatura respecto a este tema. Entre los años 80 y 90, las investigaciones señalaban que la diferencia en habilidades cognitivas era la que explicaba la diferencia salarial. Paglin y Rufolo (1990) encontraron que las diferencias de género en los puntajes en matemáticas explicaban cerca del 20% de las diferencias entre los salarios de hombre y mujeres recién graduados.

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Sin embargo, una porción de la aún permanecía inexplicada por los modelos económicos tradicionales. En respuesta a ello, trabajos más recientes incorporan variables como atributos psicológicos o las habilidades no cognitivas o socioemocionales para terminar de explicar la diferencia entre los salarios.

Grove et. al. (2011) encuentran que aspectos de la personalidad y preferencias sobre familia, carrera y trabajos explicaban un cuarto de la brecha de género. Estos aspectos parecen haber cobrado importancia. Como señala Deming (2017) en el siglo XXI, la sociabilidad es un predictor del éxito en el mercado laboral más importante de lo que era hace 30 años.

El Perú no es ajeno a las diferencias salariales, pero no hay muchos estudios que aborden dicho tema. Junto a Luciana Velarde y Gustavo Yamada tratamos de identificar en qué medida las teorías expuestas aplican a la realidad nacional. Incorporando al análisis las habilidades cognitivas y socioemocionales, la educación, características de la personalidad, y otras variables, buscamos explicar los salarios y las diferencias de género en el .

El modelo busca capturar los determinantes de varias decisiones de vida. Así, para realizar las estimaciones, se asume que al inicio una persona conoce su nivel de habilidades y escoge su nivel de educación empleando esta información. Luego de completar el nivel de educación elegido, decide si entra o no al mercado laboral. Si decide que trabajará, debe ahora optar por una ocupación, la cual puede requerir o no de más o menos calificaciones. Terminado este proceso, el individuo recibe un salario determinado en buena parte por las decisiones previas.

¿De qué depende el salario?

Los resultados confirman lo esperado: mayor experiencia, mayores habilidades cognitivas y mayor nivel de educación predicen salarios más altos. Sin embargo, también se tiene evidencia de la importancia de otros factores: aspectos de la personalidad tienen efectos en el nivel de salarios. Por un lado, la extroversión, la estabilidad emocional, la apertura y la dedicación son características que predicen salarios más altos.

"Trabajos más recientes incorporan variables como atributos psicológicos o las habilidades no cognitivas o socioemocionales para terminar de explicar la diferencia entre los salarios", indica Lavado. (Infografía: Luis Huaitán)
"Trabajos más recientes incorporan variables como atributos psicológicos o las habilidades no cognitivas o socioemocionales para terminar de explicar la diferencia entre los salarios", indica Lavado. (Infografía: Luis Huaitán)

Ahora, ¿qué esta detrás de los ingresos más bajos para las mujeres?

La diferencia entre los salarios de hombres y mujeres se genera por diferencias en las variables descritas, pero también por cómo paga el mercado la tenencia de estas habilidades. Es precisamente este último punto el que explica cerca del 90% de la brecha en el caso peruano. Así, las diferencias salariales no se deben a diferencia en características innatas o adquiridas por hombres y mujeres, sino al retorno que estas tienen. Es decir, el pago por las mismas habilidades o características es en promedio mayor si la persona es hombre.

Encontramos que esta diferencia de pago puede ser explicada por las ocupaciones que eligen tener los hombres y las mujeres. Los hombres eligen ocupaciones en las que se paga más las habilidades cognitivas, mientras que las mujeres se dedican a labores en las que se paga más las habilidades socioemocionales. Es decir, la brecha salarial se cierra en tanto las mujeres tienen mejores habilidades socioemocionales, sin embargo, poseen una baja dotación de habilidades cognitivas. ¿Por qué? Porque a lo largo del ciclo de vida, eventos dentro del hogar y la escuela inducen a que las mujeres se dediquen menos a estudiar.

La importancia de las habilidades socioemocionales en la brecha de género

Los resultados señalan que si las mujeres tuviesen el mismo nivel de habilidades socioemocionales que los hombres, podrían ganar salarios significativamente más altos. Esto se debe a que el nivel de habilidades socioemocionales resulta ser una variable crucial para el nivel de educación logrado, la participación laboral y la decisión de ocupación.

Así, la mejora del nivel de estas habilidades haría que las mujeres incrementen su participación laboral, y también opten por los empleos en los que sus habilidades sean mejor redituadas. Todo esto incluso de manera más importante que los hombres sobre todo para conseguir empleo y ocupaciones mejor remuneradas. Con todo ello, se reduce la brecha salarial de manera significativa. La tarea pendiente es la brecha en las habilidades cognitivas y el mayor pago en el mercado laboral a mujeres.

De estos resultados se desprende un camino para reducir la brecha salarial. Según las estimaciones realizadas, las habilidades socioemocionales dependen de variables fijas (como el nivel educación de los padres, por ejemplo), pero también de aspectos que se pueden modificar. Los dos más importantes son la habilidad de los cuidadores y los días perdidos por enfermedad.

En ese sentido, resulta clave incidir en la mejora de las habilidades de crianza y trabajar por una atención de salud pertinente para los niños. Ambas medidas encaminan hacia una mejora en las habilidades socioemocionales de niños y niñas, que luego pueda incrementar los niveles de educación, cerrar la brecha de género y mejorar la productividad de la fuerza laboral en su conjunto.

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