La peruana Liliana Rojas-Suárez, investigadora principal del CDG y ex funcionaria del Fondo Monetario Internacional, residente en Washington, analiza la situación económica del país y habla de lo que podemos esperar en los próximos años. Muy optimista no estaba.
— El Perú pasó de registrar tasas de expansión de entre 7% y 8% a 3% y 4% en menos de dos años. ¿Debemos preocuparnos?
Antes de responder, quiero darte un poco de contexto. El crecimiento a tasas altas estuvo condicionado a una serie de factores particularmente externos, que hoy han desaparecido. El Perú tuvo un período de bonanza ininterrumpido, salvo el 2008, en el que fue beneficiado por los altos precios de los commodities y un costo de financiamiento extremadamente bajo, que beneficiaron nuestro crecimiento interno. Pero no hizo nada o casi nada para mejorar sus deficiencias. Cuando el frente externo cambia, comienza a enfrentar sus propias restricciones. Dicho esto, paso a responderte, sí debemos preocuparnos porque las tasas de 2% a 3% las veremos por tres años más. Sin embargo, esa preocupación la hemos tenido que tener hace mucho tiempo.
— Imagino que cuando hablas de deficiencias, te refieres a las grandes reformas pendientes.
Efectivamente. A la reforma laboral, que ha sido pateada hasta el infinito. A la burocracia extremadamente pesada que existe en el país y a la mejora del Poder Judicial. Son temas de los que venimos hablando hace diez años y que hoy más que nunca se vuelven una limitante para el crecimiento porque la decisión de invertir también depende de que un país esté en condiciones de responder con mano de obra calificada, servicios y normas adecuadas.
— El país está sobrediagnosticado. Todo el mundo sabe lo que se debe hacer, pero muy pocos toman medidas concretas. ¿Por qué?
Una de las razones es porque el Perú ha sido víctima de su propio éxito. Los tiempos buenos son malos para hacer reformas y en los buenos, que han durado un montón, no hay incentivos para hacerlas. El país no se preparó para los tiempos malos, que son los que precisamente atravesamos ahora.
— Pero ese no es un pecado solo de este gobierno...
Es cierto. Le pasó a Humala y a otros gobernantes porque los tiempos buenos empezaron desde el 2004 y duraron casi una década.
— Antes eras más optimista respecto al Perú y decías que mucho de lo que iba a suceder en este gobierno dependía del liderazgo y la capacidad de negociación que mostrara el presidente Humala. ¿Le faltó voluntad para llevar adelante esas reformas?
Mi expectativas eran altas por dos razones. La estabilidad macroeconómica, que ha sido y sigue siendo la principal fortaleza del Perú, pese al temor inicial, se mantuvo. Hubo continuidad. Y eso ha sido lo mejor que le pasó al país. Además, Humala ganó con un alto porcentaje de apoyo de la población de menores ingresos, que es la que demanda contantemente más trabajo, seguridad y acceso a un seguro. Muchas veces para implementar reformas necesitas apoyo popular y él lo tuvo, pero fue tibio.
— Sin embargo, el ministro de Economía, Alonso Segura, ha dicho que este gobierno ha hecho más reformas que los anteriores. ¿Qué piensas?
Que hizo muy poco. No puedo negar que hubo algunos avances. Empero, estos no han sido suficientes. Hay cosas importantísimas que se dejaron de hacer.
— Con todo lo dicho anteriormente debo entender que tu balance de estos últimos cuatro años no es del todo positivo.
Aquí tenemos que distinguir la parte macro y la estructural, eso es bien importante. La primera, que se apoya mucho en el manejo de la política monetaria y financiera, ha sido sumamente buena. La segunda –relacionada con la innovación, productividad e innovación– no lo fue. De hecho esa es la gran debilidad de este gobierno.
— ¿Después de cinco paquetes, hay algo más que puede hacer el gobierno para acelerar la economía o es que debemos resignarnos, como señalan los más pesimistas, a tener un quinquenio desperdiciado?
Nunca,nunca, nunca, uno debe resignarse. Siempre se puede hacer más.
— ¿Qué recomiendas?¿Qué harías tú si fueras ministra de Economía?
Varias cosas. Si tengo un paquete reactivador y los números recientes confirman que su impacto en la economía ha sido bajísimo, estaría desesperada y correría, correría sin parar para implementar todo lo que tengo en mi ‘pipeline’. Muchas de las obras que se dieron en concesión no han comenzado. La parte de implementación está extremadamente atrasada.
— Para el gobierno parte de la culpa es del Congreso, que no ha aprobado sus iniciativas, que apuntan a destrabar las inversiones en sectores claves como minería.
Puede ser, pero se necesita liderazgo para hacerle entender al Congreso que no hay mucho tiempo para que la inversión doméstica reemplace buena parte del papel que tenía la inversión extranjera. Si no contribuye a destrabar las inversiones, las tasas de 2% a 3% que vemos hoy se mantendrán los próximos años. Es un tema serio, así deben venderlo y el Congreso debe entenderlo.
— ¿Se necesita un ‘shock’ de confianza?
Lo que los inversionistas necesitan son acciones. No puede ser que no gastes lo que has anunciado ni que levantes las trabas que tú mismo anunciaste. Además, lamentablemente hoy estamos en un ciclo electoral y muchos empiezan a ver y a tratar de analizar qué pasará con el Perú. Por eso es muy importante que los posibles candidatos aseguren la continuidad del modelo. Para el inversionista es importante la continuidad, sobre todo en estos tiempos en los que algunos países han justificado su intervención estatal con el bajo crecimiento.
— Parte de tu presentación de hoy se centrará en lo que se debe hacer en los próximos cinco años. ¿Qué camino seguir para crecer por encima de nuestro potencial?
Hacer las grandes reformas que siguen siendo postergadas. Si no tus deficiencias no solo te pasarán la factura, sino que te harán una plaza menos atractiva de inversión. El Perú tiene una dura competencia en sus socios de la Alianza del Pacífico.