El precio del crudo cae en picada, mientras que el de los combustibles (sus valiosos derivados) desciende en paracaídas: esto desespera al público consumidor.
Según estadísticas de Petro-Perú, la cotización del petróleo cayó 45% en enero-agosto, mientras que la de las gasolinas lo hizo en solo 21% durante el mismo período.
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Pero esta dinámica no es exclusiva del Perú. “En todo el mundo es normal que las rebajas demoren en alcanzar al usuario final”, apunta Dante Cersso, experto en energía.
La razón fundamental es que las refinerías de petróleo (tanto en el Perú como en la China) trabajan con precios de crudo desfasados. Lo compran con dos a tres meses de anticipación, lapso en el cual su precio puede subir o bajar. Pero lo cierto es que si el precio se incrementa, trasladan rápidamente la subida a los combustibles que producen.
Lo contrario ocurre si baja, pues demoran en reflejar la rebaja hasta poder deshacerse de sus inventarios (fijados para 20 o 25 días, de acuerdo a ley).
Germán Velásquez, presidente de Petro-Perú, apunta por su lado a que son los minoristas (grifos) los que se demoran en trasladar la rebaja a los precios. Lo cierto es que ni los taxistas ni las unidades de servicio público disminuyen sus tarifas. Mientras tanto, el precio del petróleo sigue bajando.