"No es aceptable que autoridades y personajes cercanos al presidente corrijan de la manera en que se ha visto información tan sensible". (Foto: Presidencia)
"No es aceptable que autoridades y personajes cercanos al presidente corrijan de la manera en que se ha visto información tan sensible". (Foto: Presidencia)
María Rosa Villalobos

Como lo sostuvo el editorial del último jueves de El Comercio, no existe ni existirá la lista de visitantes a la casa de Sarratea. Esto, a pesar que el 1 de diciembre la presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, no solo dijo que el presidente de la República estaba absolutamente dispuesto a transparentarla, sino que este documento sería dado a conocer. Además, el día 12 del mismo mes, Vásquez indicó que la lista había sido enviada a la Procuraduría.

El último miércoles el abogado del presidente de la República afirmó que dicha la lista no existe, y que no es función del presidente elaborarla. Aunque quizá todos coincidamos en que esa no sea, efectivamente, la función de un jefe de Estado, sí se trata de una tarea que debe realizar su equipo de trabajo, dada la presunción de que dichas reuniones fueron de carácter oficial.

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Otro hecho que marcó la semana que pasó fue que la misma Vásquez haya puesto paños fríos a las declaraciones del ministro de Justicia respecto a la idoneidad del perfil del procurador Daniel Soria, quien más allá de su CV, afirma que no sería necesario esperar el término del mandato para investigar al presidente Castillo.

Así, a la desafortunada confusión originada en noviembre a raíz del anuncio del cierre de cuatro operaciones mineras –que luego fue desestimado–, se suman estos dos nuevos episodios, que además de ser decepcionantes, vuelven a mostrar la poca cohesión que existe entre las acciones y los mensajes de los funcionarios que ocupan los más altos cargos en el Estado. Y es que, aceptar un error y enmendar es una cosa, pero desdecir y brindar información errónea, es otra.

A seis meses de haber iniciado su Gobierno, el presidente no ha brindado entrevista alguna, lo cual hace que las personas que hablan en su nombre, como la señora Vásquez, tomen especial relevancia. No es aceptable que autoridades y personajes cercanos al presidente –aunque no sean autoridades del Gobierno– corrijan de la manera en que se ha visto información tan sensible, pues flaco favor le hace a la transparencia que tanto dice defender el Ejecutivo. Hasta que el compromiso de responder directamente a los medios de comunicación se cumpla, es fundamental que al menos las autoridades encargadas de trasladar los mensajes oficiales no solo coordinen entre sí para sonar y mantenerse coherentes, sino que se aseguren de la veracidad y los fundamentos de la información que hacen de conocimiento público en aras de evitar contramarchas a vista y paciencia del pueblo.

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