La coyuntura política-económica, que nos mantiene entretenidos dados sus ya continuos sobresaltos, genera distintas opiniones y posiciones. Pocas son las temáticas en las que existe cierto consenso, siendo una de ellas la necesidad de impulsar la reactivación económica. El tiempo que le ha tomado a cada sector económico comenzar a operar y, posteriormente, mantener el motor encendido ha sido dispar. Esto, por la manera en que la reactivación fue planteada desde el inicio con las 4 fases presentadas durante el gobierno de Martín Vizcarra.
La semana pasada, el Gobierno anunció la ampliación al 100% del aforo permitido a restaurantes cuya área de atención tenga 200 metros cuadrados o más. Además, para poder atender, los negocios tendrán que presentar un plan de manejo de bioseguridad al Ministerio de Salud. El protocolo para estos restaurantes incluye distanciar las mesas, hacer un corredor principal, poner barreras de protección, entre otros, según han comentado los distintos gremios del sector. Asimismo, con el cambio de horario del toque de queda, los restaurantes podrán operar en un horario más extendido.
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A esto se le suma que los cines ya están habilitados para que algunos de sus productos que se venden en sus confiterías –incluida la canchita– puedan ser consumidos dentro de las salas de cine. El nuevo protocolo detalla que quienes están permitidos de consumir alimentos dentro de las salas deben encontrarse en una localidad que registre al menos 40% de su población vacunada, contar con las dos dosis de la vacuna contra el COVID-19 y haber cumplido el tiempo esperado para la formación de anticuerpos. Asimismo, se mantiene la distancia de 1,5 metros de distancia entre las personas dentro de las salas, el uso de la doble mascarilla, entre otros requerimientos.
Aunque ir al cine o a un restaurante nunca había sido una experiencia tan burocrática, lo cierto es que poco a poco volvemos a respirar –a pesar de las mascarillas– cierto aire de normalidad que viene acompañado de un aún tenue pero sostenido funcionamiento de la economía que debe tomarse con seriedad. Los protocolos que las empresas hoy deben seguir para continuar operando son estrictos, costosos y relativamente nuevos, por lo que más allá de las normas existentes, el sentido de responsabilidad que tienen los distintos sectores, especialmente el de servicios, debe mantenerse alerta y consecuente con los usuarios y clientes.
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Y aunque aún hay mucho por hacer para ayudar a los pequeños y medianos negocios, los que ya operan deben lidiar con los vaivenes políticos, las cifras de vacunación de doble dosis y la presión de sobrevivir. No es poca cosa, así como tampoco lo es el estar conscientes de que al mínimo descuido las cifras de contagio se podrían volver a disparar, lo que llevaría a potenciales cierres parciales o totales de corta pero significativa duración. Estos, a su vez, podrían terminar siendo más costosos que la aplicación más estricta de los protocolos sanitarios y su respectiva fiscalización.
La situación es muy tediosa para quien está a cargo de la operatividad de un negocio y para quien recibe un producto o servicio, pero es lo que toca enfrentar en este momento, en el que ni siquiera el 50% de la población peruana cuenta con las dos dosis de la vacuna.
Si vamos a reactivarnos, debemos observar al detalle el avance del virus, que está controlado, pero no extinto.
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