Jorge Paredes Laos

Fue una de las citas más esperadas del . Antes de las 4 de la tarde del viernes 9 de diciembre, el teatro Arequepay ya estaba lleno. Fernando de Szyszlo apareció entones con su caminar lento y una gran sonrisa, rodeado por sus amigos, el escritor Alonso Cueto y el periodista y poeta Mirko Lauer.

A sus 91 años el pintor habló acerca del libro de memorias “La vida sin dueño” que acaba de publicar, y del privilegio de haber sido actor y testigo de la cultura peruana del siglo XX y amigo de muchos artistas, intelectuales, escritores y poetas.

Szyszlo habló no solo de Vallejo y de su poesía, sino sobre todo de Georgette, la viuda del poeta, que fue su gran amiga, y quién en algún momento le dejó un conjunto de manuscritos de Vallejo, con la advertencia de que los quemara. “Georgette era una persona sensible, poeta y loca”, dijo Szyszlo, entre risas del auditorio.

A la muerte del poeta, Georgette fue una celosa guardiana de sus poemas inéditos, y Szyszlo contó que tuvo que convencerla para que aceptara que el editor Paco Moncloa los publicara bajo el título de “Poemas humanos”.

Obviamente, Szyszlo también habló del arte, de su descubrimiento de la pintura y ante una pregunta de Alonso Cueto dijo “en un momento  llegué a la conclusión de que la pintura era el encuentro de la materia con lo sagrado. Pero es un encuentro impreciso”.  

Por eso, precisó luego: “Tengo 91 años y nunca he dejado de pintar porque no siento hasta ahora que exista un cuadro en el que ese encuentro se haya producido totalmente. Mientras editábamos el libro, Fietta (Jarque) me hizo ver un día que lo que yo perseguía no era una cosa, sino una sensación”.

Al final de la charla, tras una pregunta de Mirko Lauer, Szyszlo recordó las veces que ha venido a Arequipa, cuando fue jurado de un premio de acuarela que entregaba el Icpna o cuando realizó una muestra en la Ciudad Blanca por sus 70 años.

“Mi hijo Lorenzo colaboró  con esa muestra extraordinaria y después se quiso repetir esa exposición y mi hijo venía a Arequipa en un avión que nunca aterrizó”, alcanzó a decir el maestro cuando la voz se le quebró, entre los aplausos de público.

Unas flores de papel al final de agradecimiento y la larga cola del público para que Szyszlo firmara libros, cerraron una de las mesas más emotivas del Hay Festival Arequipa 2016.

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