La historia, tal vez, lo recordará por su inicial apoyo a la revolución de Daniel Ortega y su posterior alejamiento del mismo. Ernesto Cardenal fue una persona que luchó por la soñada coherencia desde muy joven. Nació el 20 de enero de 1925 en Granada, en el seno de una familia acomodada y conservadora que había decidido que el futuro poeta estudie Derecho. Pero los planes del joven Ernesto eran otros: se dedicó a la literatura y viajó a México y Estados Unidos para, en 1957 ingresar a la abadía de Getsemaní, en Kentucky, para formar parte de la Orden de la Trapa, es una orden monástica católica, cuyos miembros son popularmente conocidos como trapenses. Esto sería fundamental para Cardenal, pues ahí conoció al poeta y místico Thomas Merton, quien no solo fue su maestro de novicios, sino también una influencia decisiva en su forma de ver la literatura y el mundo.
El francés Thomas Merton fue un alto cultor de la poesía mística en inglés, pero nunca perdió de vista el panorama poético universal. Alguna vez dijo que César Vallejo “era el más católico y universal de todos los poetas desde Dante, y por católico entiendo universal”.
Aunque es el Cantar de los cantares uno de los más antiguos textos de poesía mística:
¡Coman y beban, amigos,
y embriáguense de amor!
la poesía mística no está unívocamente relacionada al catolicismo. Cardenal y Merthon son herederos de un pasado que ha cultivado también en Oriente autores místicos como Yalal ad-Din Muhammad Rumi o simplemente Rumi, poeta, místico y filósofo que nació en el territorio que ocupa actualmente Afganistán —que entonces pertenecía a Persia— en el año 1207. Rumi era sufista, lo que significa que profesaba la doctrina mística del islamismo. Y lo reflejaba en sus poemas, cuyo tema central es la unión con el Yo divino y la búsqueda del desarrollo espiritual de todos los seres humanos. Los poemas de Rumi enlazan al universo, la naturaleza, las personas y sobre todo a Dios, en el amor.
Baila, como si nadie te estuviera mirando
Rumi
Baila, como si nadie te estuviera mirando,
Ama, como si nunca te hubieran herido,
Canta, como si nadie te hubiera oído,
Trabaja, como si no necesitases dinero,
Vive, como si el cielo estuviese en la tierra.
Pero la poesía mística no es solo cosa de hombres. Santa Hildegarda de Bingen, mística, sacerdotisa, médica y escritora alemana (1098 – 1179) también la cultivó.
¡Potencia de la sabiduría!
Santa Hildegarda de Bingen
¡Potencia de la Sabiduría!,
que girando giraste
abrazándolo todo
en una sola órbita que tiene vida
y tres alas tiene,
de las cuales una vuela hacia lo alto,
y la otra desde la tierra mana
y la tercera vuela por doquier.
¡Que haya alabanza para ti,
como te corresponde,
¡Sabiduría!
Angelus silesius es otro gran exponente del misticismo. Poeta, teólogo y médico alemán nacido en 1624, escribió epigramas profundamente religiosos que se cuentan entre las obras líricas más importantes de la literatura barroca y el misticismo europeo.
S/T
Angelus silesius
Uno pretende que nada le falta a Dios,
que Él no hace más que darnos dones.
Si esto es verdad,
¿Por qué quiere entonces poseer mi pobre corazón?
¿Poesía y religión?
La poesía es arte de soliloquio, como dice Regina Valdés, profesora del Instituto de Ética de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Y para entender el génesis de la poesía mística está su trabajo titulado “Poesía mística femenina: aquí y ahora”, donde señala: “[la poesía] es el encuentro sensible del yo con el mundo, articulado desde una profundidad consciente, perceptiva y alerta, que atiende a los rumores del existir. En la soledad silenciosa del poeta se plasman, en imágenes y ritmos, las vislumbres de esencialidad de los seres y sus circunstancias. Esta quietud contemplativa genera múltiples voces de comunicación, recurriendo a gran diversidad de formas. La poesía mística participa del mismo oficio, mas esta poesía tiene la característica de no estar sumida en la soledad de la existencia, sino se expresa dialogando con un Tú superior que acoge las incertidumbres y certezas que claman por su encuentro”.
La poesía mística no es solo practicada por religiosos. Juan Dejo sj., sacerdote jesuita, especialista en historia de la espiritualidad y docente de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, dice al respecto: “La poesía mística no es privilegio de ninguna religión específica ni de una “consagración” a una vida religiosa. Implica una visión contemplativa de la realidad, que va más allá de las culturas, y toca en esencia a lo que es propio de la humanidad: su capacidad de trascender la realidad y vislumbrar mundos posibles. Emily Dickinson o Rabindranath Tagore, ambos, laicos, escriben textos de una profundidad que toca lo más hondo de la condición humana, esa frontera que, para algunos, es el umbral de lo divino. La poesía es el género que permite salir de las fronteras de las definiciones estrechas en las que vivimos en lo cotidiano, nos remite incluso a lo inefable, a “aquello de lo cual no se puede hablar (y por lo tanto), mejor es callar”, como diría Wittgenstein, filósofo, laico no poeta y, sin embargo, a mi juicio, místico”.
Juan Dejo no encuentra diferencias de género en el discurso místico. “Precisamente porque se trascienden las fronteras del ser y sondean la trascendencia, la especificidad del género incluso, creo, remite a un lenguaje andrógino, es el lenguaje del amor para el que no debe haber una diferencia ya que se funde en el amor trascendental, que en términos de la mística cristiana se conoce como la “mística de la unión” donde amante y amado se unen en un solo movimiento del ser”, dice. Y señala como los mejores ejemplos vienen de poetas mujeres como Santa Teresa de Jesús o la belga Hadewijch, ambas religiosas y Simone Weil (filósofa laica del siglo XX), quienes logran una densidad de contenidos y a la vez alcanzan una gran simplicidad y belleza inigualable en lenguaje.
Dándole la razón a Dejo, los cuatro poetas místicos ligados a la religión más representativos de la lengua española son Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Sor Juana Inés de la Cruz.
El místico Cardenal
En esta tradición mística se enmarca Ernesto Cardenal con poemas como
Oración por Marilyn Monroe
Ernesto Cardenal [fragmento]
Señor
recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe,
aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times)
ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso...
Este es un ejemplo de cómo Cardenal combina la poesía mística con la poesía social y elementos de la cultura popular. No es pues fácil definir a un personaje tan complejo como Cardenal. En 1983, al tiempo que se había constituido en un referente de la Teología de la Liberación también era ministro de Cultura del régimen orteguista, y fue prohibido de realizar misa y entregar la Eucaristía por Juan Pablo II. En 2018 el Papa Francisco levantó ese castigo.
“El cristianismo tal como lo vemos en el Vaticano, no es el que Cristo quiso para la iglesia; pero mi fe es en Cristo, no en el Vaticano; si el Vaticano se aparta de Cristo, yo sigo con Cristo”, dijo Cardenal a la BBC en 2007. Pero, dicen los diarios nicaragüenses, la llegada de Jorge Mario Bergoglio al Vaticano no solo le devolvió sus facultades de sacerdote, sino también la fe en la institución. La fe que no recuperó nunca es aquella que lo llevó a apoyar en el siglo XX a la revolución nicaragüense. Cardenal se convirtió en crítico y opositor a Daniel Ortega tras su regreso al poder en 2007.
La única fe que nunca perdió fue a la literatura como herramienta cultural y de lucha. En 1966 Cardenal creó una fundación de la orden trapense, a la que pertenecía, con el fin de que los campesinos aprendieran a pintar y escribir poesía en una de las islas del archipiélago de Solentiname, en el lago Cocibolca, el Gran Lago de Nicaragua. Solentiname se convirtió en un refugio para los guerrilleros que luchaban contra la dictadura de Somoza pero también en una comunidad digna del mejor de los universos literarios.
Cardenal llegó a Solentiname a convivir con los ciudadanos de la isla. Con ellos leía, con ellos comía, con ellos vivía. Con ellos también rezaba y no cobraba moneda alguna por sus servicios religiosos, los cuales realizaba con sotana y el cabello al viento. Romántica imagen la que queda de Cardenal en Solentiname, lugar en el que sus cenizas descansarán desde el 7 de marzo de 2020. Dicen que Thomas Merton no solo lo inspiró en lo literario y en lo religioso, sino que fue uno de los motivos por los cuales fundó la comunidad de Solentiname. Si desea conocer usted a Thomas Merton, puede acercarse a él con poemas como este:
En Silencio
Thomas Merton [fragmento]
Aguarda.
Escucha las piedras del muro.
Permanece en silencio, ellas tratan
de decir tu nombre.
Escucha
a las paredes vivientes.
¿Quién eres?
¿Quién
eres tú? ¿El silencio
de quién eres?
Dos últimas cosas. Dijo Cardenal sobre Merton: “Su muerte es la pena mayor que he tenido en mi vida religiosa (o en mi vida toda, yo creo). Él era para mí un padre. Espiritualmente hablando [...]". Y dijo sobre él en 2012, al ser reconocido con el Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía: “Mi poesía tiene un compromiso social y político, mejor dicho, revolucionario. He sido poeta, sacerdote y revolucionario”. Dos frases para conocerlo y recordarlo de aquí a la eternidad.