Umberto Roncoroni: El arte después del arte
Umberto Roncoroni: El arte después del arte
Jorge Paredes Laos

Escena uno. Una empleada del Museo Bolzano de Milán entra a una sala y encuentra botellas de champán, confeti y desperdicios regados por el piso. Cree que se trata de los restos de una presentación realizada la noche anterior y los tira a la basura. Sin saberlo, acababa de mandar —literalmente— al tacho la instalación "¿Dónde vamos a bailar esta noche?", de las artistas Sara Goldschmied y Eleonora Chiari, una obra que aparentemente reflexionaba sobre el hedonismo contemporáneo. 
    Escena dos. En el Museo de Arte Moderno de San Francisco un muchacho decide jugarles una broma a los visitantes. Deja sus lentes tirados en el piso de una de las galerías. Y la gente muerde el anzuelo. A los pocos minutos, se forma un grupo alrededor de la pieza de arte, algunos discuten sobre su significado y otros le toman fotos. Todo el suceso fue difundido vía Twitter por el autor del engaño. 
    Escena tres. En la espaciosa sala de profesores de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, el catedrático, artista y filósofo Umberto Roncoroni comenta su último libro "Estética de la complejidad" (Fondo Editorial de la Universidad de San Marcos) y trata de responder algunas preguntas capitales: a pesar de las subastas millonarias y del auge de las galerías, ¿el arte está en crisis? ¿Cuáles son los criterios que rigen el arte contemporáneo? ¿Se puede definir hoy qué es y qué no es arte? ¿Existe una nueva estética a partir de las tecnologías digitales?


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“El problema, creo yo, es que vivimos una etapa de confusión total”, afirma con calma. “A diferencia del pasado, cuando se sabían cuáles eran los criterios estéticos que regían cada época, el Barroco, el Romanticismo o las vanguardias históricas, ahora no existen paradigmas unificadores y las perspectivas son múltiples, abiertas. Este libro trata de explicar, justamente, esta nueva realidad”.
    Dividido en ocho capítulos, "La estética de la complejidad" explica el devenir del arte en la actualidad. De entrada, el autor nos plantea una recomendación filosófica que se podría resumir así: ‘Dejemos de seguir a Kant y volvamos a Heidegger’. Es decir, el texto parte de la premisa de que en estos tiempos se ha acentuado la crisis de esa idea kantiana y romántica del arte por el arte: ese postulado que desde hace dos siglos definió este quehacer como una creación excepcional, libre, original y desinteresada que podía ser ininteligible para el hombre común, por lo cual debía de estar regulada o filtrada por el gusto. Sin embargo, desde las vanguardias y más aun con la posmodernidad esta idea del gusto académico quedó totalmente cuestionada. “El artista se encontró de pronto con una libertad absoluta para decidir qué es y qué no es arte —explica Roncoroni—, y esta falta de restricciones lo ha llevado a producir obras repetitivas que van perdiendo significado o contenido”. 
    “Yo creo que el arte contemporáneo terminó con Duchamp, y no soy el único que lo dice, agrega el autor. “Cuando Duchamp expuso su urinario y demostró que todo podía ser arte ya nada lo era. No digo que después no haya habido cosas interesantes, sino que todo se convirtió en un reciclaje de lo mismo, en una repetición continua”. 
    Entonces surge la figura de Heidegger. En "El origen de la obra de arte", el filósofo alemán pidió volver a relacionar lo artístico con el conocimiento, con lo significativo y con lo que el ser humano debía definir como verdadero. Una vuelta al Renacimiento que Roncoroni resume así: “Si el genio kantiano era totalmente libre, lo que Heidegger restablece es el sentido de verdad en el arte. Una verdad que obviamente ya no podía ser la del pasado, sino una verdad posmoderna, abierta, que se construye y se modifica en el tiempo”. Esta perspectiva múltiple Roncoroni la define como estética de la complejidad: un cruce de caminos entre arte, ciencia, herramientas tecnológicas y realidad virtual. 


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“Muchos de los que trabajan e investigan en los aspectos tecnológicos son programadores, ingenieros y no propiamente artistas, pero son ellos quienes están haciendo lo más interesante y sólido desde el punto de vista estético y conceptual porque ponen sobre el tapete esta relación actual entre arte y ciencia”, expresa. El autor italiano se refiere, por ejemplo, a los fractales, al arte generativo creado en computadoras o a programas empleados en diseño y arquitectura. Las obras ya no son entonces cuadros o esculturas, sino procesos digitales, algorítmicos, que otros pueden usar y recrear; se superan así las diferencias entre artista y espectador. Un arte distinto que Roncoroni define como un “software humanístico”: una síntesis entre arte, complejidad y tecnología. 

El libro
Nombre: Estética de la complejidad
Autor: 
Umberto Roncoroni
Editorial: UNMSN
Páginas: 248
Precio: S/ 68,00

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