La instalación ocupó la sala 2 del MALI, ubicada en el primer piso. Fue como montar un museo dentro de otro a manera de una caja china. Pero se trataba de un museo particular: el planteado por el fotógrafo peruano Juan Enrique Bedoya que incluía 179 imágenes captadas a lo largo de casi 20 años en salas y diversos espacios expositivos de Europa, Estados Unidos y el Perú, además de retratos, objetos, antigüedades, animales disecados, libros y documentos dispuestos en mesas y vitrinas. Todo un despliegue visual y museográfico que sorprendía por sus múltiples lecturas y sus reminiscencias a los albores de las exhibiciones científicas de los siglos XVIII y XIX, a las exposiciones universales, al coleccionismo y al proceso mismo de montaje, curaduría y recepción de la obra de arte.
Ahora todo el registro gráfico de aquella exhibición de 2018 ha sido trasladado a un espléndido libro-catálogo de más de 200 páginas, titulado Museo Juan Enrique Bedoya, en el que se puede apreciar el portafolio de las obras exhibidas, así como las imágenes de la instalación en el MALI (que demuestran además la gran acogida de público que tuvo la muestra). Este contenido visual viene acompañado de tres ensayos escritos por la historiadora de la ciencia y antropóloga argentina Irina Podgorny, el historiador del arte Ramón Mujica Pinilla y la curadora Sharon Lerner, que enriquecen y contextualizan la propuesta del fotógrafo peruano desde diversos frentes: la historia y concepción misma del museo como hito moderno; el cientificismo naturalista decimonónico, sus obsesiones, estereotipos y prejuicios; y esa relación entre objeto y mirada que la instalación plantea, pues todo museo se realiza siempre en el ojo de un observador.
Recorridos múltiples
El catálogo surge, así, como una recreación de la instalación planteada por Bedoya tres años atrás y de los múltiples recorridos que esta nos propone. El catálogo reproduce esa cualidad. Ahí radica su complejidad y riqueza. Puede ser visto como una compilación enciclopédica de imágenes tomadas desde lugares canónicos, pero también exóticos y periféricos del arte occidental, como las fotografías en blanco y negro de diversos hombres y mujeres peruanos, asociados con frutas nativas y animales disecados como una crítica al naturalismo científico; o también como una selección consciente de la historia del coleccionismo y sus vínculos con la memoria personal y colectiva; o, asimismo, como una reflexión del acto de “mirar arte”.
“Bedoya fotografía al público contemplando piezas pictóricas y escultóricas modernas y antiguas. No fotografía al objeto de arte por lo que es. Más le interesa capturar al observador y su acto de mirar”, escribe Mujica en uno de los ensayos contenidos en el catálogo.
Sobre lo mismo, Lerner afirma: “El foco no parece estar puesto solamente en el arte mismo, sino en las situaciones sociales y la información coyuntural que rodea al acto […] de ‘mirar arte’”.
En este conjunto de imágenes, que el catálogo revela, puede verse además la relación que el hombre contemporáneo establece con la pieza artística expuesta en museos y galerías, muchas de las cuales forman parte del circuito turístico de grandes urbes como París o Nueva York (“cruce entre espectáculo y mercado”, dice Lerner). Esa interacción entre público, arte y momento capturado por la imagen fotográfica también está en el centro de la propuesta de Bedoya: la del creador que observa y es observado a la vez.
Más información
Catálogo Museo Juan Enrique Bedoya
Edición: MALI / Fundación BBVA
Págs. 212
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