El segundo albergue "Casa de la Mujer", habilitado en Ate Vitarte, atendera a mujeres integrantes del grupo familiar victimas de violencia, durante el estado de emergencia. Fotos: Violeta Ayasta/GEC
El segundo albergue "Casa de la Mujer", habilitado en Ate Vitarte, atendera a mujeres integrantes del grupo familiar victimas de violencia, durante el estado de emergencia. Fotos: Violeta Ayasta/GEC
Sally Jabiel

La violencia machista hacia muchas mujeres no empezó durante la pandemia, pero el encierro para contener este coronavirus las dejó atrapadas con sus agresores. Así, en los 107 días que duró la cuarentena en el Perú, se registraron 67.712 llamadas en la Línea 100 del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables y, en promedio, cada tres días una mujer fue víctima de feminicidio. Ante esta ola violenta, la Municipalidad de Lima puso en marcha dos albergues de refugio temporal para las mujeres afectadas y su entorno familiar en plena crisis.

Desde que abrieron sus puertas, los albergues han acogido hasta el momento a 25 víctimas de esta violencia, entre mujeres y sus hijas e hijos. “Sabemos que cuando ellas dejan su hogar en situación de violencia, dejan todas sus cosas, pero sí o sí salen con sus hijos”, asegura María del Carmen Olivera, subgerenta de Servicios Integrales de Protección Frente a la Violencia Basada en Género de la Municipalidad de Lima. Por tanto, “no solo es darles un espacio para que duerman, es darles un espacio integral para su recuperación”, agrega.

Atención psicológica y legal

A partir de la emergencia sanitaria, se recomienda que todas las denuncias por violencia de género deben ser derivadas a los juzgados competentes para el dictado de las medidas de protección, independientemente del riesgo. “Antes tenía que haber un riesgo severo para que las mujeres sean derivadas y puedan acceder a un refugio temporal”, comenta Nélida Acuña, abogada de Casa de la Mujer.

En estos espacios seguros las mujeres encuentran refugio, pero también una atención desde el aspecto social, psicológico y legal. Cuando una mujer llega al albergue es atendida primero por el equipo psicológico. “Ese primer contacto es clave. Hay que tener mucha empatía y bastante ojo clínico porque son personas a quienes prácticamente vamos a ayudar a reconstruir su vida”, explica la psicóloga Tatiana Briones. En las primeras 48 horas, también el equipo legal procura regularizar la denuncia y otros trámites judiciales, y desde lo social se cubren otras necesidades, como la atención médica y el contacto con sus redes familiares, incluso si se encuentran fuera de Lima.

Índices de violencia contra la mujer crecieron durante la cuarentena
Índices de violencia contra la mujer crecieron durante la cuarentena

Romper el ciclo violento

Hay mujeres que viven en un ciclo violento que se repite una y otra vez por meses, años y pareciera no tener final. Este ciclo empieza por una acumulación de tensión con agravios psicológicos, seguida de una fase de explosión violenta con agresiones físicas y luego de una “luna de miel”, con las promesas del agresor a la víctima.

Por eso, a lo largo de su estancia en estos albergues temporales, las mujeres se empoderan para comprender este ciclo, ponerle fin y poder recuperarse junto a sus hijas e hijos, también víctimas de esta violencia. “Es una atención integral, articulada y muy personalizada. Ellas hacen un vínculo con el equipo, porque nos cuentan sus cosas y estamos allí pie a pie ayudando y aconsejándolas”, cuenta Acuña.

En tanto las mujeres asisten a sesiones de psicoterapia para reforzar sus recursos emocionales y desnormalizar esta violencia; sus hijas e hijos están en la ludoteca habilitada en cada albergue. Este no solo es un lugar de juego, sino de aprendizaje y descarga emocional para las y los menores.

En la recuperación de las mujeres también es indispensable el impulso a su autonomía económica. “Hay que capacitar y empoderarlas para que sepan que no están solas, que tienen sus derechos y pueden salir adelante”, expresa Nelsy Narro, trabajadora social de estos refugios, donde se ofrecen talleres productivos y hasta becas de estudios.

La #MascarillaVioleta se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia que sufren miles de mujeres en el Perú.
La #MascarillaVioleta se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia que sufren miles de mujeres en el Perú.

Mascarillas solidarias

Para apoyar a esta recuperación de las víctimas de la violencia de género, desde hace unas semanas la campaña #MascarillaVioleta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha puesto en venta una edición limitada de 3.000 cubrebocas a beneficio de los albergues Casa de la Mujer.

La #MascarillaVioleta se ha convertido en símbolo de lucha contra esta violencia que durante la emergencia ha movilizado a la ciudadanía, representantes políticos, activistas, periodistas y artistas. Esta campaña forma parte de la iniciativa “No estás sola” del PNUD que incluye otras líneas de acción junto al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, y en alianza con el sector privado y los gobiernos locales.

Con lo recaudado de la venta de estas mascarillas violetas, se apoyará a estos albergues de la Municipalidad de Lima para que puedan seguir protegiendo a las mujeres afectadas por la violencia. Para que ellas puedan emprender un futuro más seguro.

*Sally Jabiel es parte del equipo de PNUD Perú.

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