Claudia Maurtua, vocalista de Ni Voz Ni Voto.  (Foto: Ni Voz Ni Voto)
Claudia Maurtua, vocalista de Ni Voz Ni Voto. (Foto: Ni Voz Ni Voto)
Diana Joseli

La primera mujer que tuvo el atrevimiento de hacer rocanrol en este mundo, a mediados de los años 50, todavía está viva. Y casi nadie la conoce. Fue novia de Elvis Presley. Ha tocado con él por supuesto, también con Johnny Cash, Jerry Lee Lewis, entre otras primigenias figuras del rock. Su nombre es Wanda Jackson, y no podemos dejar de mencionarla al comenzar este artículo.

Mientras en Estados Unidos una mujer empezaba a tocar temas de rocanrol, al Perú comenzaban a llegar las primeras canciones de Bill Haley and his comets a través de las películas. La juventud limeña enloquecía al ritmo de ‘Rock around the clock’. Y en la década de los 60 y 70 se formaron las primeras bandas de rock en el país. Un periodo que nos dejó a destacadas bandas como Los Saicos, Los York’s, Los Shain’s, Los Belking’s, Traffic Sound y demás. Pero ninguna liderada por mujeres.

La editora de Los Saicos

A las chicas les gustaba el rock de Elvis y de The Beatles. Había mujeres entre el público. Sin embargo, las pocas apariciones femeninas en bandas se dieron ocasionalmente para acompañar o grabar algunos coros. Aunque detrás de los telones, sí hubo una chica notable, muy pendiente de las bandas que emergían entonces: Rebeca Llave. Fundó el primer sello musical independiente de la escena, Dis-Perú, y editó a algunas bandas de la época, incluyendo a Los Saicos, nada menos.

Más allá de ello, aquí no había aún una Wanda Jackson. ¿Hubiera sido mucho pedir que el rock peruano desde el inicio también se hiciera en femenino? Si ya era difícil pedir que el rock se cantara en español, imagínense la respuesta.

La movida ochentera

En los 80, se pueden distinguir dos movidas en esta escena musical: la ‘comercial’ y la ‘subterránea’. En ambas aparecieron contadas bandas con integrantes mujeres. En la primera, en donde cabían las bandas alineadas al rock pop, música bastante digerible para el gran público, fueron bien recibidas, algunas incluso eran novias de los músicos. Entre los grupos más visibles figuran: Danai y Pateando Latas, y Nina Mutal en La Banda Azul.

En la segunda, en la movida subte, donde más bien circulaban bandas de estilos mucho menos difundidos y asimilables, como el punk, el hardcore, y similares, también comenzaron a aparecer chicas en los grupos, pero el recibimiento no fue bueno para todas. Por aquí figuraron: Támira Basallo, como guitarrista en Excomulgados, y luego bajista de Salón Dada y Col Corazón; Liliana Rojas, como segunda voz de Delirios Krónicos; Ofelia Arellano, en los teclados de Sor Obscena. Asimismo, se formó la primera banda subte conformada íntegramente por mujeres: Concha Acústica.

En esta última se encontraba Patricia Roncal, también integrante de la banda María T-ta y El Empujón Brutal. Una chica que alborotaba todo a su paso, que arriesgaba en el escenario a pesar de no tener una gran voz, y que denunciaba el machismo por donde viniera. A muchos hombres subtes su estilo no les cayó bien. Cuando la criticaban porque su música no les convencía o era demasiado excesiva en su perfomance, le lanzaban insultos no solo porque su banda no les gustaba, sino además porque no encajaba con el ‘estereotipo’ de lo que la sociedad tradicional había configurado para el rol de una mujer: alguien que no levantara la voz, que no protestara, que no sea excesiva.

Támira Bassallo, una de las primeras mujeres en conformar una banda en el rock subterráneo. (Foto: Marcon Ramón).
Támira Bassallo, una de las primeras mujeres en conformar una banda en el rock subterráneo. (Foto: Marcon Ramón).
/ NUCLEO-FOTOGRAFIA > MARCO RAMON

Bandas femeninas

En los 90, también hubo participación de mujeres en las bandas de las corrientes comercial y alternativa, pero siempre reducida. Las hubo en Mar de Copas, La Liga del Sueño, G3, Madre Matilda, La Pura Purita, Metadona, Ni Voz Ni Voto. Todas bandas destacadas, aunque no siempre igualmente visibilizadas.

De los 2000 para adelante, la participación femenina en esta escena ha venido incrementándose aunque todavía a paso lento. Incluso hay más chicas entre el público o ejerciendo roles en la gestión musical, que sobre los escenarios, y varias pasando desapercibidas.

En resumen, a lo largo de la historia del rock peruano ha existido una reducida presencia femenina en la escena, que comparada con la masculina es súper ínfima aún hasta la actualidad.

Si el rock defiende valores como la igualdad, en cuestión de género todavía hay un largo trabajo para lograr algo similar a la paridad. ¿Qué hacer para cambiar este patrón?

Hoy al menos algo nos queda claro: el rocanrol también será femenino, o no será.

Desde el 12 de abril, se dictará el primer taller online de historia del rock peruano, dirigido a mujeres. Porque necesitamos más chicas en esta escena. Ahora más que nunca.

Informes e inscripción: contacto.ycsf@gmail.com



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