[Ilustración: Manuel Gómez Burns]
[Ilustración: Manuel Gómez Burns]



[27] Roma
s/n: no sabe la cifra. No puede acordarse. Qué taba la jeba. Sucede, me arguye, que anoche ha llegado. Que no tuvo tiempo de memorizarla. Que pocas orejas pasó en esa casa: la house de alquiler. No sabe la cifra, tampoco el cuadrante. Lo único cierto: su lleca es la Roma. Redacta en un post-it la lleca s/n con las referencias que, asume, son sufis.

No sé si admita plural el “sufi”.

Recién la conozco. Recién en la Cato: cafeta de Artes. Y no es de la Cato ni en Artes estudia. Lo suyo es Historia. Me dijo la uni, mas no la paré: jodido el acento. Su facu es Historia, pero hace tres años que maso egresó. Lo que ahora le toca es cumplir con la tesis. No sé de qué trata, no logro captar: ¿las extirpaciones o la inquisición? El punto es que vino a la PUC por un profe: un cura jesuita de setenta y todos que manya ese tema. Lo acaba de ver: estuvo en la misa con él en el CAPU: de Artes, al frontis. Y johnny pacheco tampoco soy de Artes. Andaba en plan hueving y entré a su cafeta por un fumantisio. La vaina es que hoy chanto mi poto en la silla conchán a las 2. Es la hora del mercio y no pienso papear. Con un canceroso nomás acaparo la mesa de cuatro: afuera, terraza. Me checan con odio los pavos que cargan sus llenas charolas: irán para el césped.

“Charolas” y “césped”: parece una traducción baturra del inglés. Prefiero “bandejas” y “pasto”.

En eso es que viene la ona del CAPU. Camina lenteja tirando miranda. Tirándome lucky: ¿al Camel o a micky? ¿A mí o a la nube sobre mi tutuma? Se para un momento: rebusca nerviosa la caja de puchos. Registra enterito su pacharacoso, tobara, morral: diseños incaicos. Contrasta el morral con su abrigo, impermeable, gabán, sobretodo: no sé la palabra. Carioca, eso sí. También con su cutis: es casi un papel. Los rieles contrastan más bien con el clima: son botas de jebe para un aguacero. Y en cuanto al tabaco: no ubico la marca de su cajetilla. Es obvio, microbio: limeña no es. Perucha no es. Quizá ni sudaca. El caso es que incrusta el marrón entre labios. No quiere prenderlo. No puede prenderlo. Me ampaya pitando y enfila de tefren. Orilla mi mesa.

Orillar es exactamente lo contrario: sortear, evitar, eludir.

Se lleva el pulgar al intacto pitillo: lo agita, sacude. Por más que su gesto cualquiera lo capte, porsiaca pregunta: ¿tendrá cenicero? Corrijo enseguida: ¿será encendedor? Le acerco a la jeta mi Zippo plateado: posero, panudo. Mejor: huachafoso. Con Zippo, corsario, con Swatch, pluma fuente. Con Camel, no Winston, jamás un Pall Mall. De orégano lentes: los vidrios al aire. Todo es puro efecto si a la hora del rancho no como por muca.

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narrativa
Interruptus
Leonardo Aguirre
Editorial: Planeta
Páginas: 145
Precio: S/49,00

Todavía no se vendían los Pall Mall en esa época. Se vendían los Montana: precio y sabor equivalentes.

El Zippo me funca lugón un culantro. Lugón de tres horas: tres horas de pleno florín y bricheo. Es casi un soplete: mantiene la mecha buen tiempo prendida. Por eso es posible con el botafogo labrar el bazán. Basadre que, claxon, traía café: no losa, no vidrio, sino tecnopor. Desprendo la base metiendo candela, candela le aplico en zigzag a los bordes. Es una corona. La chanto en su chimba. La unjo, proclamo, como Principessa. Chaplín monsefú. Kawai, ensalada. Y encima, roberto. ¿Roberto de quién? Del propio Roberto: su paisa Benigni. El tío es quien suelta la chapa en la peli que hará cinco meses me vi en el Alcázar. Igual, como sea, le gusta el apodo.

La vida es bella: ¿por qué omites el título? ¿Por sílabas y acentos?

Entonces hacemos finalmente un change: mi cursi corona por su dirección. Apunta en un post-it, un post-it rosado, la calle y la info que, jura, me sirve. Payasa la gila: se viene de Roma y en Roma se queda. En Roma s/n. Ni número, cuadra, ni aun el distrito. Y menos me sopla cuál es esa ¿lleca, jirón, avenida? que cruza la Roma. Lo último es clave pues esa kasandra se ubica en el córner. Con todo, algo tose. Que Roma se cruza con un escritor. Acaso poeta. Que justo a la espalda la gran avenida se llama, supone, como un militar. Con berma en el centro. Que ficho es el rioba, que hay guachi en la puerta. Que son las paredes turquesas o azules. No hay más infocorp. Me firma ese post-it como Caterina. De yapa y ajoba me añade su celu. Me pega el rosado papel en el bobo: la izquierda solapa de mi ocre corsario.

Al fin descifro que “corsario” es un saco. ¿Ibas en saco a la universidad? ¿Y usabas pluma-fuente? ¿Y anteojos al aire? Tú lo has dicho: “huachafoso”.

Volviendo a mi jato consulto a mi teclo: si ha sido taxista seguro que manya. De a cheque concluye: no sé de otra Roma sino en Miraflores. También, por supuesto, reviso los planos: aquellos que adjunta la guía de fonos. Encajan las pistas. Es un comandante su puto milico: sin duda, Espinar. Y es Gálvez, resuelvo, su puto poeta. Y así que me caigo la tarde que sigue. Me dijo a las cuatro: las cuatro de un jueves. Puntual en el cruce la espero parodi: en Gálvez con Roma. Me pongo en el saco su post-it/insignia: el rosa es intenso, tirando hacia fucsia. Me siento cojudo con tal mariscada. Y más cojinova

Esta escena se parece bastante a la del episodio 25. Tu personaje (vamos a llamarlo así) espera en ambos casos por una mujer en una esquina, y si allá se siente “huevón”, aquí se siente “cojudo”. Y si allá cargaba una rosa, pues aquí lleva un post-it rosado.

de tanto ahuesarme: ya casi un orín. Le timbro angustiado desde una bodega: no tengo por lacio ningún celuloide. Le timbro y le timbro: las wiflas, no atiende. Puñales, me caga. Ni modo: safari. El viernes la pesco de vuelta en la PUC. En otra cafeta: de Ciencias, no Artes. La encuentro de champa formando su cola: piolando de alumna detrás de la caja. Un básico pide y encima pretende pagar con su Master. La gente pitea. No carga sencillo. Le juego veloz unas cuantas maracas: tampoco planeaba jamear ese viernes. El hecho es que Cate me cuenta que ayer es que pierde su Tim. Que se lo robaron ayer en el córner. Que desde las cuatro tiraba cirunta: luciendo en su lope la cursi corona. Que cuatro con veinte sonó el celofán. Que justo fonea su mami de Italia, que justo machuca el botón y responde, que justo el ratero le arrancha su cel. Pero algo no cierra: ¿estuvo en la esquina que dijo a las cuatro? Me jura que cinta. Parada en el cruce lenteando hacia Roma. Y no es por la Roma sino por Vallejo que baja el chorizo. Vallejo, tamales: el fucking poeta. Bajó por Vallejo, pasó por la Roma, se fue a Salaverry. Ají, Salaverry: el fucking milico. Por fin aprendió, ya tarzán, cada nombre: la fucking bachicha.

[Foto: Mario Zapata]
[Foto: Mario Zapata]

vida & obra

Leonardo Aguirre (Lima, 1975)

Estudió Comunicaciones en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado los libros Manual para cazar plumíferos
( 2005 ), La musa travestida ( 2007 ), Asociación ilícita ( 2015 ), entre otros. Asimismo, sus relatos han aparecido en diversas antologías. Fue editor de la revista La Mujer de mi Vida, versión peruana, y colaboró en varios medios locales.

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