Se dice que la escritura es una actividad solitaria. Los escritores suelen ser personas acostumbradas a la soledad. Sin embargo, es distinto aislarse voluntariamente a ser encerrado. En circunstancias así parecería difícil crear grandes obras de arte. Por suerte, ha habido varios que no solo han escrito grandes obras desde el encierro, sino que lo han hecho para sobrevivir el mismo.
Primo Levi y Oscar Wilde
El italiano Primo Levi es uno de los ejemplos más emblemáticos del escritor encerrado. Durante el Holocausto, pasó diez meses en Monowitz, uno de los campos de concentración que formaban el complejo de Auschwitz. En esos diez meses, Levi nunca dejó de escribir. Sus escritos se transformaron luego en el libro Si esto es un hombre. En cada texto, Levi no solo describe lo que él y los otros prisioneros deben sufrir diariamente, sino también todos los pensamientos que lo invaden. Como él mismo dice, escribe para mantenerse cuerdo ante el horror. Además, lo guía la esperanza de que en algún momento alguien lea lo que escriba y conozca los crímenes que se han cometido.
Otro caso importante es el de Oscar Wilde, quien pasó un periodo en la cárcel acusado de sodomía por el padre de su amante, Lord Alfred Douglas. Dos meses antes de salir, le escribió una larga carta, que, luego de su muerte, fue publicada bajo el título De Profundis.
Si bien se trata de una carta de amor, el texto es sobre todo el testimonio de lo que el encierro puede generar en un espíritu libre. Wilde nunca romantiza la prisión. Admite que muchas veces ha anhelado la muerte. Y es, precisamente, el hecho de que no evade su dolor, su miedo y su vergüenza lo que hace que el texto sea mucho más potente. Al escribir registra esos sentimientos terribles.
El Quijote y la necesidad de transformar la realidad
El último ejemplo es uno de los más conocidos. Miguel de Cervantes Saavedra ideó El Quijote cuando estuvo preso. La novela se puede leer, de hecho, como una rebelión ante la prisión. Alonso Quijano ha vivido toda su vida aislado y al salir decide transformar la realidad, hacerla completamente suya. Es como si Cervantes hubiese concebido su obra como una manera de, a través de la creación literaria, soñar con un futuro en el que fuera libre. La escritura es su manera de escapar del encierro.
Para el individuo occidental, la libertad es clave. Le resulta importante sentir que la realidad es suya, que puede alterarla como quiere. La prisión le niega esa posibilidad. Por ello, Don Quijote no es solamente creador de su historia, sino también personaje. Vive una realidad alternativa, en la que parece no haber constricciones.
¿Es posible escapar del encierro escribiendo?
Como se sabe, la historia de Don Quijote no es tan feliz. Constantemente, se golpea con la realidad y termina incluso desencantado de su aventura. Es como si se diera cuenta de que escapar del encierro es imposible.
Wilde y Levi experimentan ese golpe también. Lo primero que hacen es hablar del dolor, del horror (en el caso de la Levi) y de la vergüenza (en el de Wilde). Y, al hacerlo, logran algo parecido a Cervantes: toman posesión de su narrativa, controlan en cierto modo lo que les está pasando. Nadie puede alterar lo que escriben. En corto: la escritura les devuelve la libertad que habían perdido. Ese también es el consuelo de Cervantes y de Alonso Quijano: la existencia del libro.
La escritura es resistencia
La escritura se convierte en una manera de resistir ante el encierro. El escritor es libre mientras escribe y, si bien en la realidad no puede escapar, sus textos terminan siendo prueba de que ha sobrevivido y de que la libertad es posible.
No son pocos los escritores que han hablado acerca de la escritura como un acto de rebeldía. No obstante, sí son mucho menos los que han materializado esto, los que, de verdad, han utilizado la escritura para sobrevivir y para ayudar a sus lectores a hacerlo también. Leer estas obras es adentrarse en la lucha entre el encierro y el afán de libertad. Lo que estos autores parecen querer decir es si hay arte, si hay escritura, siempre habrá una manera de resistir ante las situaciones más difíciles.