Una pandemia, como la originada por el nuevo coronavirus, no significa que la enfermedad sea más grave o mortal, solo habla de la velocidad y el alcance del contagio. Y, aunque el Estado peruano ya está tomando medidas (cuarentena para los que llegan de ciertos países, postergación del inicio de clases, etc.), es pertinente recordar que las personas —ante el miedo y la incertidumbre— actuamos de formas poco sensatas o prácticas.
Como sucede ahora con los papeles higiénicos y jabones, hace cuatro años hordas de limeños también salieron a los supermercados para agotar las existencias de bidones y botellas de agua. Un comportamiento similar se ve en los reportes de estadounidenses, australianos, canadienses y británicos que se abastecen de productos de manera desenfrenada. “De un lado, la respuesta es comprensible, pero, de otro, es totalmente exagerada”, ha declarado para CNN Steven Taylor, psicólogo clínico y autor del libro The psychology of pandemics (La psicología de las pandemias). Recibir mensajes contradictorios, para empezar, no contribuye a que el miedo se encauce correctamente. Y ello ocurre porque, al tratarse de un nuevo virus, es todavía relativamente poco lo que se sabe sobre él.
Del comprensible temor a lo desconocido al pánico infundado hay un paso, si se considera la cantidad de influencers, famosos del internet y hasta periodistas activos en redes sociales que contribuyen al incremento del miedo cuando minimizan irresponsablemente la situación o cuando comparten “consejos” diferentes de lo que recomienda la OMS. Además, no podemos olvidar nuestra naturaleza eminentemente social: ver fotos, videos y reportes de supermercados con carritos abarrotados y anaqueles vacíos alimenta la ansiedad por imitar ese mismo comportamiento. Acatar responsablemente todas las disposiciones de las autoridades —lo demuestra la evidencia— es la mejor vacuna contra el pánico.
La educación a distancia
Cuando las escuelas cierran y las clases se tienen que tomar desde casa, las dinámicas cambian.
El Ministerio de Educación ya anunció que las clases iniciarán el 30 de marzo. En otros países, las escuelas están cerradas desde enero y no se espera que vuelvan a abrir hasta abril, por lo menos. Un artículo en Smithsonian detalla cómo la educación virtual es la solución planteada desde las escuelas para afectar en el menor grado posible el aprendizaje de niños y adolescentes. Para ello, se emplean desde herramientas colaborativas en la nube hasta aplicativos y sesiones de videochat. En un país como el nuestro, esto plantea un obstáculo gigantesco tanto en entornos urbanos como rurales. De otro lado, aunque los niños dispongan de estas herramientas, siguen siendo niños. Ello quiere decir que, además del profesor que está al otro lado de la pantalla, debe haber un adulto responsable cerca ante cualquier imprevisto. Ese es otro problema para padres y madres que no tienen tiempo para cumplir esa tarea. Hay que anticiparse a las pandemias, pero también a los nuevos modos de vida.
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