El autor de La casa de cartón bajo el trazo del gran pintor ayacuchano Sabino Springett.
El autor de La casa de cartón bajo el trazo del gran pintor ayacuchano Sabino Springett.


Por Jorge Valverde

Si para el caso de Martín Adán, seudónimo de Rafael de la Fuente Benavides, quedan por desarrollarse muchas más representaciones que concilien al poeta cultísimo con la leyenda forjada a punta de bares, hoteles y hospitales; al feroz solitario con el motivo de las más fieles amistades; al que mayor fobia le causaban los intelectuales con el miembro de número de la Academia, y siguen las aparentes o reales dicotomías, hoy podríamos añadir otra: aquella que dilucide cómo un poeta canónico tiene tan pocos libros editados en las últimas décadas, por no mencionar lo poco fijada críticamente que está su obra. Hasta hoy las ediciones de La casa de cartón obvian a veces un parágrafo.

Quizá por ello los dos poemarios recientemente publicados —Arquitectura, con sonetos inéditos en formato libro; y Escrito a ciegas, en una edición ampliada—, además de ofrecer la poesía martinadánica —la que por sí misma justifica cualquier edición—, no pueden dejar de sugerir algunas consideraciones sobre el autor, la época y los pendientes que demanda su obra.

                                   —Arquitectura—
El primero de estos sonetos, de un total de 18 escritos en 1966, apareció en el segundo número de La República, el 17 de noviembre de 1981. Los que abrieron el diario hallaron en la página editorial los textos de Martín Adán, quien parecía opinar con versos.

Podríamos preguntarnos de qué forma la historia que da origen a estas publicaciones nos habla de la amistad casi tutelar del editor Juan Mejía Baca con el poeta; la solidaridad y sensibilidad de Guillermo Thorndike y Alfonso La Torre —director y editor, respectivamente, de dicho periódico en ese entonces —; y las dificultades económicas del poeta (con la crisis del sector salud, se hacía eminente su desalojo del hospital Larco Herrera; además, necesitaba acceder a la seguridad social).

Estos sonetos evidencian, también, cuánto de la poesía de Adán está pendiente de editar en libro. Cuestión que nos permitiría tener a mano las dimensiones reales de su creación y quizá resaltaría su perseverancia en la poesía. No en vano, ante Oswaldo Chumbiauca, escoge el perseverar como característica que lo define. No en vano su “obrar cautivo” o “constancia de eterno anhelante” en estos sonetos. Quedaría de ese modo puesto otra vez de manifiesto aquello de que no solo con genialidad se saca adelante una obra. Y quizá hasta se podría matizar esa triste o rara soledad que le atribuyen con la persona que encuentra en su vocación poética —piénsese en el origen etimológico de felicidad ligado a producir— un motivo para no ceder.

Señalemos, pues, que solo en lo adscribible a Arquitectura* queda por evaluar la filiación de más de 300 sonetos publicados entre 1983 y 1985 en Correo y La República, y presentados bajo los rótulos de “primicia absoluta” o “una obra consagrada por la crítica y el pueblo como la mayor desde Vallejo”, además de cotejar con versiones manuscritas y mecanografiadas.

De aquel grupo se diferencian los sonetos que forman un corpus singular y bello, y corresponden a las libretas facilitadas por Mejía Baca en las que Adán podía conservar lo que escribía; aparecen bajo el mismo título, Arquitectura, numerados del I al XVIII y con ilustraciones de Gerardo Chávez, Carlos Gutiérrez, Alfredo Ruiz Rosas, David Herskovitz, Alberto Dávila, Sabino Springett, Venancio Shinki y Jesús Ruiz Durand, quienes, por cierto, al conceder sus respectivas autorizaciones para esta edición, renovaron el tributo al poeta.

     ¡Este ser que me soy de poesía;
     Arquitectura Mía, que abalanza
     Obrera dura de lo que se lanza
     A la esencia que aún se está vacía!

"Arquitectura", poemarios de Martín Adán, editado por Jorge Valverde.
"Arquitectura", poemarios de Martín Adán, editado por Jorge Valverde.

                                      —Escrito a ciegas—
Escrito a ciegas es reconocible por versos como “Si quieres saber de mi vida,/ vete a mirar al Mar”. Además, es considerado un poema puntal de la literatura hispanoamericana. En palabras de Ricardo González Vigil, tenemos aquí al Adán del instinto (“que se pierde”) y al del entendimiento (“que se retrae”).

A este poema de 1961, concebido en respuesta a una carta de la investigadora argentina Celia Paschero, le añadimos otro del mismo Martín Adán, Escrito para una amiga, fácilmente asociable al primero, ya que, en principio, tienen el mismo interlocutor. Incluimos, también, la reacción de Paschero en textos y cartas, más un conjunto de imágenes que podría funcionar como la iconografía de aquel intercambio.

Se pretende, con esto, ofrecer otra lectura, para nada sucedánea, sino alterna a la original, porque, como ya se ha dicho, el poema como tal siempre bastará por sí solo.

Con esto proponemos, en primer término y a partir de aquella apreciación compartida por críticos que señalan Escrito a ciegas como el poema con más visos autobiográficos, reparar en cómo se encontraba Martín Adán cuando se encontró con Paschero: volvía a la escritura después de una de sus peores etapas de carencia y alcohol (las sesiones fotográficas de Baldomero Pestana de 1959 y 1960 evidencian una recuperación notable). Y este Adán, con la honestidad que le es posible, se hace cargo en el poema de la crisis, no rehúye a su condición de solitario, ni tampoco al supuesto fracaso que proyecta: “soy un animal acosado por su ser/ que es una verdad y una mentira […] Yo no alcancé al furor de lo divino/ Ni a la simpatía de lo humano”.

Sugerimos considerar también el papel que juegan en esta recuperación, junto a Paschero, Mario Vargas Llosa y Allen Ginsberg, con quien se encontró un año antes. Los tres constituyen a su modo un reclamo para que el poeta honre su compromiso con la literatura.

Para el caso Paschero, quien podía haber quedado en el tiempo como un personaje literario, presentada alguna vez como la dulce joven con su carta ingenua, nos place haber ubicado su texto de reacción a Escrito a ciegas. Este junto a las cartas y notas biográficas nos presentan a una persona bastante real, tenaz y particularmente sensible, que atizó las fibras creadoras del poeta. Lo que podríamos calificar de hazaña al considerar que no fueron pocos los periodistas y escritores, nacionales y extranjeros, hombres y mujeres, a quienes Adán no les aceptó ni medio minuto de su tiempo. Paschero también introduce un factor Borges en ese cúmulo de historias por desprenderse. Y finalmente nos deja, para tomar sus palabras, con las sutiles implicancias y ligazones que este conjunto de poemas y documentos quizá pueda develar, por ejemplo, de la Lima de inicios de la década de 1960, cuyo epicentro cultural —y morada casi literal del poeta— era la librería de Mejía Baca.

Otro aspecto no menos interesante, delicia de filólogo, es el relativo a las fechas: el segundo poema incluido en esta osada edición, Escrito para una amiga, publicado originalmente en La mano desasida (Edubanco, 1980) de acuerdo con lo registrado por Mejía Baca en las libretas del poeta, fue escrito un mes antes de Escrito a ciegas y de que Paschero enviara su famosa carta.

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    No lo creas, La Paschero,
    Sonrisa de la arquitectura que yo quise,
    Buena palabra que no me aconteció,
    La perfección que no hice.
    Te vi cincuenta minutos
    En un café de comunistas.
    Yo odio lo nuevo porque está tan viejo,
    Nada era nuevo sino tu sonrisa.

Estas y otras consideraciones conforman nuestras propuestas, las mismas que han surgido a partir de una iniciativa ciudadana constituida para llamar la atención sobre la ausencia de señas y espacios en Barranco y Lima que evoquen al poeta. Primero fue el proyecto Barranco de Cartón —Ministerio de Cultura y Municipalidad de Barranco: ¡hasta hoy, después de casi dos años de insistencias, no tenemos la autorización para reponer la placa conmemorativa en la casa donde se escribió La casa de cartón!—. Ahora en asociación con Isegoria intentamos —nótense las contradicciones a las que aludimos al inicio entre poeta canónico y escasez de poemarios recientemente editados— que la poesía de Martín Adán pueda ser otra vez noticia.

*El título obedece a una afirmación de Adán recogida por Edmundo Bendezú.

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