Hace dos semanas se inició la construcción de la primera etapa del proyecto Parques del Río Medellín. Las obras, en el transcurso de diez años, convertirán a la ribera del río, que cruza la ciudad colombiana de norte a sur, en un conjunto de espacios públicos y verdes a lo largo de 19,8 kilómetros. El alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, detalló a El Comercio los alcances de este megaproyecto y explicó por qué, en su opinión, las autoridades locales deberían ver a los ríos como fuentes del desarrollo de una ciudad.
Acaban de iniciar la primera fase de este megaproyecto. ¿Cómo y cuándo se gestó?
Parques del Río Medellín [PDRM] tiene su origen en las propuestas de uno de nuestros más grandes urbanistas, Pedro Nel Gómez, quien hace más de 50 años ya resaltaba la importancia del río como el eje del crecimiento de la ciudad. Retomamos esa idea y convocamos un concurso internacional en el que participaron más de 50 equipos de 15 países. El ganador desarrolló el proyecto urbanístico y de ingeniería. Yo diría que PDRM devolverá la vida al río y, por ende, devolverá el río a la ciudad. Nuestros ríos, y ese también es el caso del Rímac en Lima, han sufrido un grave proceso de contaminación y deterioro.
En el caso de Medellín, ¿qué deterioró al río?
En las últimas décadas se construyeron vías rápidas que cercaron el río Medellín y eso impidió que el ciudadano tuviera acceso a la ribera. Las autopistas se convirtieron en una especie de barrera. Esto generó el olvido del río por parte de los ciudadanos y las autoridades.
Además, el río divide a la ciudad en dos partes. ¿Cómo este proyecto convertirá al río en un eje integral?
Medellín está partida, al este y oeste del río, en dos ciudades. Eso se puede dimensionar con el siguiente dato: en los más de 15 kilómetros de ribera, actualmente existe un único puente peatonal. El paradigma que quiere romper PDRM es que el río nos separó. Hoy proponemos una obra integral que incluye 34 kilómetros de senderos peatonales, 31 kilómetros de ciclovías, 12 puentes peatonales y cerca de 1,6 millones de m2 de espacios públicos. Todos distribuidos a lo largo de nuestro río y que tardarán entre 8 y 10 años en concluirse.
En una reciente entrevista, usted dijo que el proyecto PDRM se basa en un concepto que denominó “urbanismo social”...
Es cierto. Aunque el concepto fundacional de nuestra intervención en el río, más que urbanismo social es urbanismo pedagógico. En Medellín creemos que el espacio del río debe convertirse en una gran escuela cívica en pos de la igualdad. Tanto en Colombia como en el Perú, el principal reto es superar la inequidad social. Al generar áreas verdes creamos espacios para el beneficio de todos los ciudadanos por igual. Allí confluyen pobres y ricos sin distinción.
Algunos expertos coinciden en que los espacios públicos pueden convertirse en focos de inseguridad...
Veamos. La principal problemática de las ciudades latinoamericanas se la disputan la inseguridad y la poca movilidad. En cualquier orden. Para el proyecto PDRM hemos previsto la aplicación de la teoría de los ‘vidrios rotos’, formulada para Nueva York. Esta sostiene que el deterioro de la infraestructura atrae la delincuencia. Más allá de colocar cámaras de vigilancia o llenar los parques de policías, nosotros buscamos que los espacios públicos no sufran ningún deterioro desde el principio. Esa es nuestra premisa con el metro de la ciudad, que es motivo de orgullo para Colombia, y que por su constante cuidado y limpieza se ha convertido en un espacio de convivencia muy seguro.
Con respecto a la ciudadanía, ¿en qué medida la población de Medellín ha sido consultada sobre la construcción de este proyecto?
Desde mi postulación a la alcaldía en el 2011 señalé que las líneas de acción de mi mandato serían la sostenibilidad [ambiental], la creación de espacios públicos y la movilidad sostenible. PDRM es el proyecto que integra todo ello. Igualmente, para la ejecución de la primera etapa de la obra se han realizado cerca de 900 eventos y reuniones de socialización para que el medellinense conozca el proyecto y lo asuma como propio.
Según los medios colombianos, hoy existe un disgusto en Medellín por la congestión vehicular que implica el inicio de las obras. Sobre ello, el alcalde de Lima dice que “las molestias pasan, las obras quedan”. ¿Usted comparte esa apreciación?
Yo preferiría expresarlo así: los sacrificios son temporales; y los beneficios, permanentes. Ningún alcalde ha inventado la forma de construir infraestructura sin generar desvíos vehiculares y molestias en el ciudadano. Sobre todo en la movilidad, que es el tema que más exacerba a los latinoamericanos en general por la pérdida de tiempo. Por ello, es fundamental que las obras sean asumidas como propias por los ciudadanos. Solo así ellos mismos exigirán las transformaciones de su ciudad.
Precisamente, la Municipalidad de Lima acaba de desestimar el proyecto Río Verde, que buscaba recuperar el río Rímac. En su concepción, es muy similar al proyecto PDRM. Este fue reemplazado por tres ‘by-pass’...
Para evitar la polémica, solo diré que el futuro de toda ciudad, sea Lima o Medellín, está en la recuperación de sus ríos. Nuestro proyecto permitirá el crecimiento urbano de manera ordenada porque el río será el eje articulador, el motivo.
Usted culmina su período como alcalde en diciembre. ¿Por qué decidió ejecutar una obra que no podrá inaugurar?
Creo que las obras más importantes de un gobernante son las que no inaugura. Un proyecto a largo plazo es el más trascendente para cada ciudad.