El señor subgerente de Saga Falabella dice que los bomberos son unos bulleros. Es que cuando ocurre una emergencia, dejan cualquier cosa que estén haciendo, suben a sus camiones y enrumban a toda velocidad hacia el lugar del llamado, con el ensordecedor ulular de sus sirenas anunciando su paso. Hacen bulla, pues.
Aunque Lima es una ciudad ruidosa hasta el desespero, el sonido de un vehículo bomberil en marcha es fácil de identificar. Sin embargo, le resulta complicado abrirse paso.
Algunos autos no les ceden lugar porque el desmadre del tráfico se los impide; a otros sencillamente no les interesa hacerlo. Si hay una casa ardiendo o una persona necesitada de auxilio, no es de su incumbencia.
¿Perder su sitio para que pasen esos tontonazos que ni sueldo reciben por salvar la vida de gente que no conocen? ¿Llegar tarde a una cita para que ese quejumbroso camión rojo vaya al rescate de sabe Dios quién? Que se esperen un ratito a que cambie el semáforo. No solo son bulleros, son aparatosos. Y tremendistas.
Afirma también que los bomberos son unos finteros. ¿Es que acaso no debieron ir al restaurante del Jockey Plaza que despedía una intensa humareda el pasado miércoles? ¿Tampoco debió procederse a la evacuación del centro comercial por un mínimo sentido de prevención? Finta es lo que hacía el Cholo Sotil para escaparse de un rival, algo parecido a lo que ahora intenta Cuevita con la camiseta de la selección. La función de los bomberos no es driblear futbolistas, sino atender emergencias. Salvar vidas.
Como vehículo de esta exagerada intervención, el señor subgerente acusa a la que llama “prensa mermelera”. ¿La califica así porque tiene certeza de que recibe dinero mal habido, que algún perverso interés hace que olvide su sagrado deber de informar y que tergiverse la verdad? El único pecado de los medios de comunicación fue informar sobre lo que sucedía. ¿Hicieron mal en advertir que había una emergencia en el centro comercial más importante del país, es eso lo que quiso decir?
El verdadero drama es que el señor subgerente no es el único que piensa así. En las últimas semanas, durante las inspecciones realizadas en mercados y galerías de diversas partes de la ciudad, no han faltado los comerciantes que han querido resistirse a las labores de fiscalización. De distintas maneras han querido minimizar sus conexiones eléctricas en mal estado, los accesos bloqueados en sus locales o que sus extintores hayan sido encontrados sin carga. “Hacen escándalo por las puras”, “No va a pasar nada”, se defendían.
Lo mismo pensaban en Mesa Redonda, Utopía y Larcomar.
Feliz Navidad.