Rosa Aquino Rojas

Los problemas en las avenidas que conectan al by-pass de 28 de Julio se hicieron realidad un año después de que especialistas en transporte e ingeniería vial lo advirtieran. Desde hace una semana, cuando la Municipalidad de Lima permitió el paso de vehículos por la nueva “vía rápida”, conductores y pasajeros se han visto atrapados en medio del caos. Al igual que otras arterias de la ciudad, los túneles de 85 y 37 metros de longitud (construidos por la gestión de Luis Castañeda) se saturan de carros y estrés, mientras que las velocidades de circulación se reducen a cero. Este vía crucis se repite de 10 a.m. a 4 p.m., durante el periodo de prueba.

Mediodía. Avenida Garcilaso de la Vega (ex Wilson). El trayecto en auto o bus azul hacia Miraflores es una prueba a nuestra paciencia. La vía a la altura de la cuadra 12 está paralizada por problemas en la intersección con Paseo Colón. Los semáforos no funcionan de forma sincronizada, los policías no pueden con el caos reinante, hay demasiados buses, coaster y taxis, y los conductores no respetan las reglas de tránsito. Avanzar un par de cuadras toma 16 minutos. Recorrer el viaducto que conecta por debajo de la superficie las avenidas Wilson y Arequipa demora minuto y medio.

UNA INSUFRIBLE INTERSECCIÓN

Sin embargo, ese alivio se diluye de retorno al centro. Es la 1 de la tarde y se produce otro embotellamiento. La cola de vehículos comienza a la altura del Parque de la Reserva (cuadra 7 de la Arequipa) y se extiende nuevamente hasta Paseo Colón. Los bocinazos y el calor hacen más insoportable la espera. Cruzar ese tramo toma media hora, un tercio de ese tiempo perdido en el túnel.

(Rosa Aquino / El Comercio)

Contribuyen a la formación de cuellos de botella los paraderos mal ubicados en Paseo Colón. Uno de ellos pertenece al corredor azul, cuyos buses se detienen en fila para bajar y recoger pasajeros. Al doblar la esquina, todos los vehículos que vienen del Callao y se dirigen hacia Grau o Paseo de la República se estacionan bloqueando el paso de los conductores que se mueven por Wilson.

Con el by-pass de 28 de Julio la congestión se trasladó de un punto a otro. “El tráfico se agudizó en Paseo Colón e inclusive afectó las primeras cuadras de la Arequipa. Esto debido a que el flujo vehicular sigue siendo el mismo, así como los problemas de gestión del tránsito", refiere el experto Lino de la Barrera.

“La carga vehicular que estuvo desbordada en diferentes calles ahora la están metiendo en el by-pass. Eso es un embudo. A mayor capacidad de autos aumenta también el tráfico. Es una regla que hasta ahora no aprende el alcalde", añade.

(Rosa Aquino / El Comercio)

El costo total de los tres by-pass y la alameda es de US$58 millones.

"Ese presupuesto equivale a semaforizar 80 o 90 intersecciones que sí podrían haber mejorado el tránsito en la ciudad. Es lamentable que la municipalidad haya preferido invertir en una sola intersección [28 de Julio] y que el resultado de la obra no sea el esperado", opina el ingeniero experto en planificación vial Miguel Sidia.

¿CÓMO DISMINUIR LA CONGESTIÓN?

Para disminuir la congestión entonces hay que gestionar el tránsito a través de semáforos inteligentes que eviten la intervención de policías y reducir el número de vehículos, señalan los especialistas. Precisamente, a eso último apuntaba la reforma del transporte con los corredores complementarios y la regulación del taxi, que parecen haber sido olvidados por la actual administración municipal.

"La ingeniería del tránsito tiene tres elementos básicos: la propia ingeniería, el control y la fiscalización, y la educación vial. Si no van de la mano las soluciones fracasan", anotó Sidia.

Conductores opinan sobre el funcionamiento del by-pass de 28 de Julio (El Comercio)

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