La presencia de ambulantes en el Centro de Lima ha sido uno de los problemas que la gestión de la ex alcaldesa Susana Villarán dejó pendiente de resolver.
El 3 de este mes, apenas iniciado el gobierno municipal de Luis Castañeda Lossio, la gerencia de Fiscalización y Control de la comuna limeña anunció que en una semana se retirarían a unos 2.800 vendedores ambulantes del Damero de Pizarro.
Christian Rosenthal, responsable de la mencionada gerencia, aseguró ese día a El Comercio que ya se había empezado a liberar la zona comprendida entre las avenidas Abancay, Nicolás de Piérola y Tacna.
Para ello, dijo, se había dispuesto que 120 serenos y 70 fiscalizadores vigilen las calles en tres turnos para que las 58 manzanas estén despejadas de los comerciantes ilegales.
Al mediodía de ayer, en un recorrido, este Diario comprobó que el Jirón de la Unión, el jirón Ica y las avenidas Nicolás de Piérola y Tacna estaban libres de vendedores ambulantes. No obstante, solo se observó la presencia de serenos a lo largo del Jirón de la Unión.
En la avenida Abancay, en cambio, los vendedores ambulantes continuaban ocupando parte de la vereda. Entre los jirones Puno y Miró Quesada, ofrecían desde sets de maquillaje y lentes de sol hasta comida, refrescos y helados.
Solo un policía de tránsito y agentes de la Gerencia de Transporte Urbano de Lima resguardaban la zona.
Falta Mesa Redonda
Otros de los puntos críticos del Cercado de Lima son Mesa Redonda y el Mercado Central. En esas zonas hay unos 2.000 y 2.500 ambulantes, respectivamente.
Para enfrentar ese problema, Rosenthal anunció la semana pasada que la gerencia pediría apoyo a los comerciantes formales así como a la Policía Nacional para iniciar una reubicación.
Este Diario comprobó ayer que los jirones Cusco y Andahuaylas lucen libres de ambulantes, pese a que hay una presencia reducida de fiscalizadores y serenos. Sin embargo, el jirón Puno, entre los jirones Andahuaylas y Ayacucho, se encuentra abarrotado de vendedores de ollas, cucharones y otros artículos de cocina.