Hacer un análisis costo-beneficio es una herramienta que todos usamos para tomar decisiones, desde las más importantes hasta las más triviales. Por ejemplo, la decisión entre levantarse temprano para poder hacer deporte o levantarse tarde para dormir una hora más, pero omitir el deporte. Cada uno analiza y pondera qué opción, en su opinión, le trae mayores beneficios y menores costos.
Los criminales también analizan de manera racional el costo-beneficio y el costo de oportunidad de cometer un delito, según Gary Becker, premio Nobel de Economía de la Universidad de Chicago, fallecido el año pasado. Gracias a Becker nació el Modelo Simple del Crimen Racional para predecir la ejecución de delitos.
Cuenta la leyenda que esta teoría se le ocurrió un día que llegaba tarde a dar una conferencia en la Universidad de Columbia, Nueva York. El único lugar disponible para estacionar tenía un hidrante al lado, lo cual inhabilita el espacio para el parqueo según las normas de tránsito. Analizó ambas alternativas. La primera, no cometer una infracción, buscar otro estacionamiento libre y, claro, llegar tarde a su clase. La segunda, estacionar al costado de la toma de agua, arriesgarse a ser sancionado por un policía y llegar temprano. Decidió estacionar. Luego, reflexionó: justamente ese debía ser el criterio racional que usan los delincuentes antes de decidir si cometer o no un delito.
Algunas de esas variables a tomar en cuenta pueden ser, por un lado, el botín (probablemente económico) que trae el delito, el grado de dificultad de cometerlo, la posibilidad de ser capturado y la sanción o pena a recibir de serlo; por otro lado, la posibilidad de conseguir un trabajo, el interés en ese trabajo o la dificultad de realizarlo, y el sueldo a recibir a cambio. Esto no quiere decir que los criminales usen una hoja de Excel con dos columnas para decidir, sino que el ejercicio se realiza de manera natural e intuitiva.
Cuando uno pondera las variables y analiza cuál opción le otorga mayores incentivos, puede saber por adelantado si va a cometer o no un delito. El modelo para predecir los crímenes no solo puede ser usado por delincuentes, sino también podría serle útil al Gobierno para formular sus políticas de Estado, ya que pueden tener incidencia en algunas de las variables.
Por ejemplo, fortalecer la educación pública o flexibilizar el mercado laboral podría contribuir a aumentar las probabilidades de que una persona consiga trabajo. Implementar una política de tolerancia cero frente a los crímenes menores podría influir en que la delincuencia juvenil no escale a delitos como extorsiones y sicariato.
Asimismo, incrementar la inversión en inteligencia e investigación policial aumentaría las probabilidades de capturar delincuentes. La opción tomada por el Ejecutivo, a la luz de las facultades legislativas que el Congreso le ha concedido, es endurecer las sanciones al delito de sicariato. Las políticas no son excluyentes, se puede (y se debe) mejorar el resultado del modelo por varios flancos. Sanciones más graves sin una alta probabilidad de captura no tienen el impacto que necesitamos.