Allá por los años 50, una guapa joven trujillana se enamoró perdidamente de un ingeniero cusqueño. Un amor que, debido a los prejuicios de la época, nadie pensó que triunfaría. Pero contra viento y marea, triunfó. Los primeros años los pasaron en Trujillo, donde tuvieron cuatro hermosas niñas, hasta que el joven ingeniero fue llamado a Lima a ocupar un alto cargo político. Y fue aquí, en Lima, donde nació su último hijo, al que llamaron Gastoncito.
Una historia que no es ajena a la mayoría de limeños de esta Lima de todas las sangres que hoy es conocida en el mundo como una de las ciudades más multiculturales del planeta, gracias a esos amores imposibles que se enfrentaron a todos para dar vida a nuestras familias de hoy. Las de los Wong Pérez, los Benavides Huamán, los Mufarech Bertello, los Chang Yamamoto y todas esas familias que, a diferencia de lo que ocurre con las migraciones en otras ciudades en que armaron sus ‘towns’ inexpugnables, aquí se mezclaron para dar vida a ese mestizaje que nos distingue y hace atractivos ante el mundo.
Este es uno de los motivos por los que, en estos tiempos de mundos conectados, miles de visitantes de todo el mundo vinieron a pasar las fiestas de fin de año a Lima. Cierto es que muchos vinieron a Machu Picchu y aprovecharon para quedarse unos días en la capital, pero por primera vez muchos vinieron a pasar unos días solamente en Lima, atraídos por diferentes motivos, lo cual la ha convertido en un atractivo importante que se suma a la variada oferta turística que el Perú ofrece.
El perfil de quienes decidieron elegir a Lima para pasar unos días es de lo más diverso. No se trataba de pequeñas élites que llenaban media docena de hoteles lujosos. Se trataba de múltiples comunidades de diverso poder adquisitivo que venían atraídas por diferentes motivos. Unos venían por los 150 km de playa que Lima ofrece en el verano, desde Ancón hasta Cerro Azul, donde además de encontrar cien días de sol podían encontrar ‘hubs’ de esparcimiento. O jóvenes que buscaban diversión nocturna en Asia, otros vida más relajada en Punta Hermosa, familias que buscaban balnearios apacibles, grupos que disfrutaban del malecón de la Costa Verde, deportistas detrás de olas perfectas. Y todos atraídos por descubrir a la única capital de Sudamérica que vive sobre el mar, una ventaja que Lima no debe perder de vista.
Otros venían atraídos por la historia de esta ciudad, que se acerca a cumplir 500 años de fundación, pero que además atesora una historia milenaria reflejada en sus monumentos arqueológicos –muchos de ellos aún por poner en valor–, en sus calles y barrios en pleno proceso de recuperación, como el Rímac, sus rutas de iglesias y plazas y sus originales museos. Otros venían para vivir lo que esta Lima cosmopolita de hoy ofrece, a la par de lo que las ciudades multiculturales más vibrantes suelen brindar cuando celebran su cultura sin pudor y con orgullo.
Gastronomía de calidad para todos los bolsillos, música y diseño inspirados en la cultura local, barrios en plena ebullición creativa y libertaria –como Barranco o Santa Cruz–, jóvenes limeños hijos de todas las sangres con propuestas modernas y rompedoras en el mundo del diseño, la moda, el arte, la diversión y el buen vivir.
Lima tiene enormes batallas por librar para convertirse en esa ciudad que soñamos para nuestros hijos. Cierto es que el caos vehicular, la delincuencia creciente, la incertidumbre política y la desigualdad que aún predomina nos dejan a los limeños con una sensación distinta. Pero es justamente por eso que no podemos detenernos, sino por el contrario ponernos en marcha redoblando esfuerzos para poner en valor lo que tenemos y crear riqueza y bienestar.
El turismo sostenible es una gran oportunidad. Imaginar a Lima convertida en la ciudad más atractiva del verano en el Pacífico Sur, o imaginarla todo el año como el gran centro de ferias y convenciones internacionales –como fue alguna vez con la Feria del Pacífico– es precisamente eso. Es imaginar a millones de personas que vienen a disfrutar de los atractivos de nuestra ciudad y que al hacerlo traen prosperidad para millones de limeños que pueden encontrar en el turismo esa oportunidad que estuvieron esperando por mucho tiempo. Lima para el mundo, una tarea que no ha hecho más que empezar.