Una ciudad inteligente es aquella que permite a sus ciudadanos tener mayor calidad de vida mediante soluciones tecnológicas. Estas involucran ahorrar costos para el medio ambiente, las arcas públicas y sus habitantes. Las llamadas ‘smart cities’ son, en esencia, un sistema mediante el cual el gobierno de una urbe utiliza las tecnologías de la información para generar bienes públicos que favorezcan a todos sus habitantes.
Este concepto va más allá de conectar sensores al tráfico o de instalar cámaras de videovigilancia; consiste, también, en conectar a las personas con sus ciudades de tal forma que les sea posible obtener a tiempo real información para tomar mejores decisiones.
Conocer con precisión la ubicación del próximo bus desde su teléfono, registrar fotográficamente incidencias en su distrito a través de una aplicación y acceder a una plataforma virtual de pagos de tributos son algunas de las alternativas que una ciudad inteligente permite a sus ciudadanos para dotarlos de autonomía. Hacerlos dueños de su ciudad.
Lima no brilla, al menos no por su inteligencia. De acuerdo con la reciente publicación del índice de ciudades inteligentes del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE) de la Universidad de Navarra (número uno en formación de directivos en el mundo de acuerdo con el “Financial Times”), la capital peruana ocupa el puesto 103 de 148 ciudades estudiadas.
Asimismo, en aspectos detallados, el IESE le otorgó el puesto 113 en planificación urbana, 117 en transporte, 125 en medio ambiente y 134 en tecnología. Estos indicadores reflejan claramente que Lima es una urbe cuyo planeamiento y funcionamiento prueban ser limitados.
A raíz de ello, El Comercio consultó con expertos en urbanismo y tecnología sobre cuáles son las claves para que la Ciudad de los Reyes empiece a mirarse a sí misma como una metrópolis del futuro.
INTEGRACIÓN DE INFORMACIÓN
El acceso a la información es un elemento fundamental de las ‘smart cities’. Para los especialistas, el caso del transporte en Lima es muy ilustrativo para comprender la vitalidad del cruce de información como primer paso hacia esta meta.
“Hay un problema en cuanto a la generación e integración de datos. Por ejemplo, no existe información actualizada y centralizada para medir el impacto de la reparación o mantenimiento de vías en el tráfico, la semaforización sincronizada o el flujo de vehículos por horas. Es decir, no podemos tomar decisiones inteligentes para gestionar el día a día del transporte”, indicó José García, ex coordinador del Plan de Desarrollo Urbano para Lima y Callao al 2035 (PLAM 2035).
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